No, no me refiero a esa película de Robert Reford y sus caballos, sino a algunos de nuestros políticos que gustan de utilizar expresiones verbales rocambolescas, extravagantes o faltas de sentido estricto,
EL HOMBRE QUE SUSURRABA PALABROS
No, no me refiero a esa película de Robert Reford y sus caballos, sino a algunos de nuestros políticos que gustan de utilizar expresiones verbales rocambolescas, extravagantes o faltas de sentido estricto, no sé si con la intención de aparentar importancia personal, incrementar el valor escaso de la propuesta o simplemente contribuir al mareo de la perdiz respecto al tema en cuestión.
Entre ellos destaca el Sr. Urkullu, representante oficial del Estado español en la actual Comunidad Autónoma “Vasca” (entrecomillo lo de “vasca”, porque tan vascas son el resto de estructuras administrativas en nuestro País, como la Comunidad Foral de Nafarroa o las distintas Comunidades de Aglomeración, Consejos de Electos, Asociaciones o Distritos en la Euskadi transpirenaica, en Iparralde.
El citado Sr. Urkullu, perteneciente al “sector moderado” de su partido, el PNV, nos tiene ya acostumbrados a palabras y términos aparentemente originales, grandilocuentes, que no significan nada, sobre todo desde que comenzó a prometernos, como la gran maravilla, “un nuevo estatus para 2015” cuando en realidad “estatus” significa solamente estado o situación (él pensaba en una nueva versión del régimen autonómico) y han pasado ocho años de la fecha milagrosa y estamos igual. Pero no se ha desanimado y ha continuado añadiendo expresiones como “cogobernanza”, luego “cogobernanza compartida” o “colaborativa o “lealtad bilateral”…En otro intento para embelesar a sus votantes abertzales les ha hablado de “nación foral”, supina aberración jurídica que le suena prometedora. También habla de “Autonomía a cuatro” y otras lindeces por el estilo.
Cuando se ha visto obligado, por el fuerte descenso electoral de su partido en los últimos comicios, de hacer o aparentar un análisis autocrítico de las cosas que van mal en esta sub-sociedad autonómica de la CAV, concretamente respecto a la sanidad y la educación, ha asegurado que “no escatimaré esfuerzos”, pero recordándonos a continuación que “nuestros recursos son finitos”. No parece que esta afirmación rece cuando se trata de trenes de alta velocidad con su secuela de desmontes, túneles y puentes ferroviarios que están destrozando nuestra geografía. O cuando insisten en colocarnos un segundo Guggenheim (siguen empeñados en pronunciarlo “guguenjeim”…) nada menos que en plena Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Añade, además, como justificante, otro palabro al tema: el “principio de realidad” es decir, hay lo que hay. Y se queda tan ancho con esa soflama revolucionaria.
No digamos nada de su última ocurrencia, esa propuesta publicada, no en un diario vasco, ni tan siquiera en el Deia, de celebrar una CONVENCION CONSTITUCIONAL en el Parlamento español, convocada por el Gobierno español, con la participación todos los partidos políticos españoles y todas las entidades españolas que lo deseasen, para tratar sobre la reinterpretación de la Constitución Española, desde dentro de la misma, de esa Norma Suprema de obligado cumplimiento, bajo la garantía del Ejército español, a la que nos vemos sometidos sin nuestra aquiescencia todos los vascos de esta parte peninsular de nuestro País Vasco, de Euskadi, de Euskal Herria. Lógicamente, todos los medios políticos y de comunicación españolistas, han alabado y remarcado la legitimidad de esta propuesta, realizada desde “dentro”, desde la aceptación de la situación de sometimiento, de la falta de libertad nacional para esta parte de nuestra sociedad y de la renuncia vergonzante a su recuperación.
Está Urkullu tan entusiasmado con su ocurrencia, que propone hasta una metodología para realizarla. Plantea un nuevo Estatuto autonómico que permita desembocar en un Pacto de Reconocimiento mutuo entre Euskadi y España. Es como proponer que el patrono y el obrero, el amo y el esclavo, el colonizador y el colonizado, el maltratador y el maltratado, se reconozcan mutuamente, sin más, como fórmula milagrosa para resolver las situaciones de injusticia entre ellos. Aunque, tras manifestar en sus declaraciones de finales de Agosto que “Nuestra voluntad sigue siendo el acuerdo y el pacto”, reconocía que “Es obvio que el pacto no se le puede imponer al Estado”. ¿Se puede ser más inconsecuente? Probablemente sí.
Porque no es el Lehendakari de la CAV el único susurrante. El Sr. Otegi, probable aspirante a quitarle el puesto al anterior, también nos ha ofrecido recientemente sus propios palabros, en forma de grandilocuentes propuestas:
- Grandes acuerdos de País
- Grandes Pactos de Estado (del español, claro)
- Grandes acuerdos que permitan abordar nuestro futuro de manera tranquila y sosegada.
Que les susurren eso de tranquilidad y sosiego a los presos y a sus allegados, que 10, 20, 30 años en el mako no son nada, que pueden practicar convivencia con los carceleros, mientras ellos hacen política en Madrid. Que lo hagan también con las clases explotadas por el capitalismo, con los que protestan por un medio ambiente maltratado, con los que aún no han perdido la fé en la recuperación de la libertad nacional, la independencia.
Pero no le quedan ni palabros ni palabras respecto a la acuciante necesidad, para nuestros presos y exiliados políticos, de recuperar su libertad. Hace tiempo que su partido, su coalición y los organismos de su entorno supuestamente dedicados a reclamar sus derechos, abandonaron la ya antigua reivindicación de la auténtica Izquierda Abertzale, la de antes del cambio oteguista de rumbo: PRESOAK KALERA, AMNISTIA OSOA!!!. Incluso ahora que, tras la exigencia de la amnistía por parte de los partidos independentistas catalanes, muchos políticos, juristas, profesores de política constitucional y magistrados españoles comienzan a poner en tela de juicio la supuesta imposibilidad legal de obtener una amnistía para los presos políticos, sigue sin decir nada al respecto. Reclama la actualización del Pacto de Lizarra- Garazi. Pero hace 25 años, ETA estaba allí y ahora no, gracias al proponente. ¿Sería lo mismo?
Y para terminar, quiero citar al Sr. Andueza, líder del PSE-PSOE, quien también aporta, mirando a PNV y EHBILDU, sus prepotentes palabros:
“Que acaben con sus ensoñaciones independentistas”
Y para hacer patente el engreimiento al que la protección del PNV le lleva como socio hiperminoritario en su Gobierno autonomista, vaticina con arrogancia:
“La Ley de Educación será con el Partido Socialista o no será”
Begirale