El Instituto Gogora y las diferentes varas de medir
La entrevista de hace unos días en Radio Euskadi con el actual director del INSTITUTO GOGORA, Alberto Alonso (PSE-EE-PSOE), me ha hecho recordar el papel que este ente público desarrolla, desde su constitución en 2015, en nuestro País: Deslegitimar la lucha de ETA, vanguardia del Movimiento de Liberación Vasco, como complemento al trabajo desarrollado por otros entornos políticos hasta acabar con la organización armada.
Este organismo del Gobierno vascongado, denominado oficialmente Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, fue puesto, desde su creación hasta el 2024, bajo la dirección de Aintzane Ezenarro, ex portavoz de ARALAR en el Parlamento de Gasteiz, que había sido expulsada de su propio Partido en 2012 por potenciar y apoyar la creación de una ponencia “para la paz y la convivencia” que dejaba fuera a la Izquierda Abertzale tradicional, aduciendo que no estaba de acuerdo en “ir de la mano” con estos últimos porque consideraba que “no habían dado los pasos suficientes en contra de la violencia de ETA”. La otra violencia parecía no importarle demasiado, consecuencia de sus diferentes varas de medir. Este gesto le valió el premio del citado nombramiento institucional.
Por cierto, el Consejo de Dirección de GOGORA fue presidido en varias ocasiones por el lehendakari Urkullu, creo que la última vez en 2024, cuando afirmó:
“Miremos el futuro con la ilusión que nace del compromiso con la paz, la libertad y los principios y valores éticos y democráticos”.
Alberto Alonso, que sustituyó a Ezenarro en Julio del 2024, reiteraba por su parte la necesidad de “alcanzar un suelo básico, que no es otro que que el de la convivencia y el respeto a los derechos humanos y a los valores básicos de la democracia”. El mismo discurso, repetido y machacón. Utiliza Alonso diferentes formas de relato, como decir que “ETA asesinó a tres personas” y cuando hace referencia a los GAL, menciona que “esta organización cometió un atentado en el Hotel Monbar de Baiona, en el que fallecieron cuatro etarras”. Sigue con la doble vara de medir, pues cuando se refiere a ETA, dice que asesina y cuando habla del GAL, manifiesta que, como resultado de un atentado, fallecen unos miembros de ETA.
También pide, cómo no, “respeto a los derechos humanos” y hace referencia a la socialización de la violencia y del sufrimiento, así como que no hay que señalar al diferente como enemigo, etc. Expresiones todas ellas que no significan nada si no se concretan. No ha faltado en su discurso una llamada de atención a “los que están fuera del Estado de Derecho” y asegurar que “el margen viene dado por ese Estado de Derecho”. Un montón de palabras vacías, como las citadas anteriormente, si no se llenan de contenido.
Expresiones preciosas todas ellas, como paz, libertad, convivencia, principios y valores éticos, respeto a los derechos humanos, valores básicos de la democracia…La paz sin justicia, solo es quietud, inmovilidad. La convivencia no significa más que vivir en compañía de otros, como ocurre incluso en prisión. Citar simplemente los Derechos Humanos, sin concretar nada, es un acto huero, vacío. Llamadas sin más a la ética, a la libertad, sin darles contenido, son auténticas falacias (engaño, fraude, mentira).
Respecto a ese contenido que reclamo para esos discursos oficiales, tiene que ver con la respuesta que demos a preguntas como las siguientes:
¿Somos los vascos un Pueblo, una Nación?
¿Tenemos integridad territorial en Euskal Herria o nuestro territorio nacional está dividido y repartido entre dos Estados ajenos?
¿Estamos invadidos, dominados, oprimidos o colonizados como consecuencia de diferentes invasiones armadas desde hace más de 10 siglos?
¿Tenemos derechos, humanos por supuesto, como tal colectivo, reconocidos incluso por las Naciones Unidas en su famosa Resolución 1514, de 1962, en la que planteaba el derecho de los Pueblos a la Independencia y no a la Autonomía, a través del ejercicio de la Autodeterminación?
¿Sigue en vigor la Resolución 3070 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 9 de Setiembre de 1973?.
Porque en ella se decía, entre otros puntos:
1. Reafirma el derecho inalienable de todos los pueblos que se encuentran bajo dominación colonial y extranjera y subyugación foránea a la libre determinación, libertad e independencia de conformidad con las resoluciones 1514 de 14 de Diciembre de 1960…
2. Reafirma igualmente la legitimidad de la lucha de los pueblos por librarse de la dominación colonial extranjera y de la subyugación foránea por todos los medios posibles, incluida la lucha armada.
Y volviendo a la entrevista en Radio Euskadi, se han tratado dos temas principales:
Uno, el proyecto del Instituto para hacer un estudio sobre las actuaciones del GAL, esas que llevaron al ministro socialista Barrionuevo y al Secretario de Estado para la Seguridad, Vera, a prisión en 1998, con 10 años de condena, aunque tuvieron una reducción de 2/3 en sus penas por indulto de su Gobierno. Los presos de ETA, en cambio, cumplen íntegramente sus largas condenas de más de treinta años. Siguen las diferentes varas de medir.
Dos, la actuación o adoctrinamiento de determinadas Asociaciones de Víctimas del Terrorismo (“víctimas” solo de ETA) sobre nuestros estudiantes. El pasado mes de Abril, el Instituto GOGORA reunió 400 estudiantes de ESO y Bachillerato en el BEC, con “Víctimas del Terrorismo” para que escucharan, exclusivamente, las versiones de estos últimos. Desde el 2013, el Instituto ha propiciado varios proyectos como Adi Adian o Herenegun para que esa “víctimas” dieran a estudiantes su versión de la historia, del relato como se dice ahora. Lo han hecho hasta ahora a título piloto, experimental, con escuelas y colegios que voluntariamente se han prestado a ello, con una clara intención, al parecer, de generalizarlo a toda la enseñanza si les sale bien. Esta intención se confirma con la actual solicitud de esos “creadores de conciencia” para que “se sistematicen los testimonios de víctimas en la enseñanza”. El Instituto GOGORA ya está tratando con Educación para “llevar estos materiales a las aulas”, donde se convierta el discurso anti ETA en casi una asignatura más, con ese sesgo de parcialidad que supone ofrecer solo una versión de la historia sin dar oportunidad al alumnado a que oiga, siquiera, la versión de la otra parte, en otra triste nueva aplicación de las diferentes varas de medir.
Begirale