De presos, traiciones y Amnistía
En el Teatro Príncipe de Donostia, en 1974, el cantautor Urko entonaba su “¿ZER ESKATZEN DU HERRIAK?” (¿QUÉ PIDE EL PUEBLO?), a lo que el público respondió con un entusiasta ¡AMNISTIA!. Esta original manifestación de la voluntad popular se convirtió, a partir de entonces, en un lema coreado en plazas, fiestas y manifestaciones.
Éranse aquellos tiempos en que los abertzales (patriotas vascos) con preocupaciones sociales, se agrupaban en la coalición popular Herri Batasuna, que perseguía la Independencia y el Socialismo, además de la Reunificación de nuestro País, invadido, ocupado y repartido entre España y Francia.
Murió Franco, se hizo el paripé de la “Transición”, con una Amnistía Parcial en 1976 para, principalmente, exonerar a los criminales franquistas y después siguió habiendo presos políticos vascos en la cárceles, por lo que los gritos de “!Presoak kalera, Amnistía osoa!” siguieron atronando las calles en las manifas de los abertzales. Surgieron las Gestoras Pro Amnistía, para la defensa y apoyo a los presos de ETA y de Herri Batasuna, además de ayuda económica sus familiares, porque se consideraba que era lo que merecían los resistentes, pero fueron también ilegalizadas, como la propia Izquierda Abertzale, a principios de los 2000, con condenas de entre 8 y 10 años para 21 de sus responsables.
Uno de estos días, fiestas de Bilbao, he oído una voz en Radio Euskadi, no se si correspondía a la locutora o a una entrevistada, que repetía aquello de “¿Zer eskatzen du herriak?” (¿Qué pide el pueblo?), pero respondió a su propia pregunta con un enérgico “Ondo pasatzea” (Pasarlo bien). ¿Qué ha ocurrido en algunos sectores de nuestro Pueblo para que, en tan pocos años, olviden todas aquellas convicciones humanas, sociales y políticas que se expresaban en la exigencia pública de la AMNISTIA?
La traición palaciega de Aiete, en 2011, calificada petulantemente como “Conferencia Internacional de Paz” por su convocante el equipo de Arnaldo Otegi, puso fin a la resistencia armada de ETA, sin avanzar un solo paso en la resolución del conflicto vasco, el que desde hace siglos mantiene Euskal Herria con Francia y España, dejando a sus presos, refugiados y exiliados, no en libertad como tras los procesos de negociación entre el IRA y Gran Bretaña o el de las FARC con el Gobierno colombiano (incluso con puestos concedidos en su Parlamento en este último caso), sino en prisión con larguísimas condenas, además de dispersados y alejados de sus familiares y lugares de origen.
Las antiguas Gestoras pro Amnistía fueron sustituidas en 2014 por el movimiento SARE, con Joseba Azkarraga, exconsejero de Justicia del Gobierno autonómico de la CAV, como responsable. En la presentación de la Red, en la Plaza Zuloaga de Donostia, dijeron que nacían para impulsar el proceso de paz y para defender los derechos de los presos, haciendo hincapié en la reclamación del fin de la política de dispersión. No han reivindicado jamás la amnistía, la excarcelación, para estos presos, por mucho que en las fotos aparezcan con cartelitos o pancartas de “Etxera” (A casa) … No hacían ninguna falta, pues para esos objetivos ya estaba Salhaketa desde 1982, Movimiento de apoyo y reivindicación de la dignidad de todas las personas presas, que denuncia las inadecuadas condiciones de vida en las cárceles, trabajando por los derechos básicos reconocidos en las leyes, de detenidos, presos y expresos. Entiendo que el sector Sortu- EHBildu, que realmente es el promotor y el controlador de SARE, ha querido monopolizar toda esta cuestión de los presos del MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco) para que no se les escape el tema de las manos y el sector de la Izquierda Abertzale Oficial (el actual montaje institucional) que aún no está totalmente manipulado, despertara y les diera un quebradero de cabeza.
Con motivo de las fiestas de Gasteiz, las asociaciones anti ETA de siempre, han protestado recientemente por la colocación de fotografías de los presos en las txoznas, acusando a SARE de cinismo y de defender a esos presos. Joseba Azkarraga, portavoz de SARE, ha negado que la colocación de pancartas de presos sea un menoscabo para las víctimas, añadiendo que:
“Nosotros no defendemos a los presos ni a las personas. Sólo defendemos sus derechos”, refiriéndose, lo mismo que Salhaketa, a los derechos que las leyes españolas les otorgan, leyes y situación carcelaria que han insistido constantemente en que los presos acepten, abandonando la reivindicación de su condición de presos políticos y aceptando la de presos comunes.
Para completar el tema, recordar el reciente cruce de acusaciones entre el actual Director de Gogora, el PSOEcialista Alberto Alonso (digno sucesor de Aintzane Ezenarro…de Guatemala…) con los de SORTU-EHBILDU, en torno a los actos de recuerdo que éstos realizan a los dos miembros de ETA fusilados por Franco hace 50 años, Txiki y Otaegi. Afirma el primero que “no eran luchadores por la libertad ya que usaban las mismas herramientas del franquismo, es decir, emplearon la violencia». Pide que «no se meta en el mismo saco» a los dos miembros de ETA y a otros miles de antifranquistas. Efectivamente, no pertenecían al mismo saco.
Los de SORTU-EHBILDU le responden que esos dos etarras eran antifascistas y que el acusarles de terroristas supone blanquear al franquismo. En realidad parece que los de este bloque institucional quieren recordar u homenajear solo a estos dos miembros de ETA, de entre todos los militantes de la misma organización muertos , torturados y encarcelados por sus enemigos, bajo la disculpa de que ambos luchaban contra el franquismo y por eso Franco los fusiló, cuando en realidad luchaban por la liberación nacional y social de Euskal Herria y se enfrentaban a las fuerzas que lo impedían, fueran franquistas o medio pensionistas… Lucharon contra Franco porque era el que en esa época histórica era su oponente, pero emplearon la violencia y eso, según algunos, los descalifica.
Parece que en su ética, todas las violencias son iguales, la ofensiva y la defensiva. La de los ocupantes nazis y la de la Resistencia Francesa, la de los militares franquistas y la de los gudaris y milicianos. Hasta el difunto Papa Francisco nos decía hace años que, “si alguien ofende a mi mamá, lo mínimo que le puedo dar es un sopapo…”. En realidad dejan a salvo de ese juicio negativo lo que llaman la “violencia legal”, aquellas formas de actuación patrimonio, a su entender, de quien detenta el poder, sobre todo si son ellos. Ese repudio al uso de la violencia en la defensa, se parece un poco al que llevó al histórico Juan de Ajuriagerra a realizar en 1937 un Pacto de Rendición con los italianos aliados de Franco, el Paco de Santoña, por el que les entregó a todos los batallones de gudaris que en Santoña esperaban la evacuación por mar para continuar la lucha según los deseos del Lehendakari Agirre, quedando los mandos militares y los responsables políticos encarcelados en el Penal del Dueso y obligando a cruzar andando a las tropas el Puente de Treto (Colindres) en dirección a la playa de Laredo, donde sufrirían su primera prisión. Según salían del puente, iban arrojando sus armas a una gran pila controlada por los italianos, en un doloroso acto de rendición, consecuencia de la traición sufrida. Entre los años 2016 y 2017, se reprodujeron acciones similares, esta vez con las armas de ETA.
Uno de los mayores daños de la violencia, con sus diferentes componentes militares, policiales, políticos, judiciales, culturales, etc., en situaciones de invasión, ocupación, colonización o sometimiento de unas naciones sobre otras, es que el oprimido, el colonizado, con el paso del tiempo, casi se acostumbra y considera como normal su forma de vida, su dependencia. Los vascos deberíamos llevar en la solapa una chapita recordatoria con la siguiente inscripción: SOMOS UNA NACIÓN INVADIDA, OCUPADA Y SOMETIDA.