MARX Y ENGELS, POR LA INDEPENDENCIA NACIONAL

 Es indudable que no se referían específicamente a nuestra nación, Euskal Herria, aunque por aquellas fechas ya  padecíamos ese doble problema de la división y el sometimiento a dos Estados extranjeros, Francia y España.

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MARX Y ENGELS,

POR LA INDEPENDENCIA NACIONAL

     Es indudable que no se referían específicamente a nuestra nación, Euskal Herria, aunque por aquellas fechas ya  padecíamos ese doble problema de la división y el sometimiento a dos Estados extranjeros, Francia y España. Pero sí se manifestaron con la suficiente claridad, aún refiriéndose a otras naciones, para dejar claro su posicionamiento  político al respecto.

     La mejor manera de conocer sus opiniones es, obviamente, leer sus escritos. No voy a entrar en el amplio tema de “el marxismo y la cuestión nacional”, sobre el que ya se ha escrito mucho y bien, donde también habrían de considerarse las posiciones de Rosa Luxemburg, Otto Bauer, etc., además de las de Lenin y Stalin.

     Y en esta breve exposición, además, me voy a limitar a lo expresado al respecto por los dos promotores del comunismo moderno en el conocido Manifiesto del Partido Comunista que prepararon a petición de la Liga de los Justos, rebautizada después como Liga de los Comunistas, y publicado en Londres en 1847. No sólo en el cuerpo del documento sino, particularmente, en las aportaciones que fueron haciendo sus autores a lo largo de los años posteriores en forma de Prólogos a ediciones del Manifiesto.

     En la primera parte del Manifiesto (Burgueses y Proletarios), se dice que gracias al contacto que permitían los medios de comunicación, “ las múltiples acciones locales, que en todas partes presentan idéntico carácter, se convierten en un movimiento nacional, en una lucha de clases” y más adelante se añade que “Por su forma, aunque no por su contenido, la campaña del proletariado contra la burguesía empieza siendo nacional. Es lógico que el proletariado de cada país ajuste ante todo las cuentas con su propia burguesía”.

     En la segunda parte (Proletarios y Comunistas), manifiestan que “Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad…”. Más adelante viene un párrafo que ha suscitado variadas interpretaciones:

          “A los comunistas se nos reprocha también que queramos abolir la patria, la nacionalidad. Los trabajadores no tienen patria…No obstante, siendo la mira inmediata del proletariado la conquista del Poder político, su exaltación a clase nacional, a nación, es evidente que también en él reside un sentido nacional, aunque ese sentido no coincida ni mucho menos con el de la burguesía”.

     Esa afirmación de que “los trabajadores no tienen patria”, ha sido y sigue siendo malévolamente utilizada por aquellos comunistas orgullos de su propia patria o nación, que niegan a los trabajadores de las naciones oprimidas su realidad social como tal nación. Porque Patria significa gramaticalmente, según la RAE, “Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano”, sin más. El mismo Marx quizá tuviera cierta dificultad para auto identificarse, porque nació renano y después le “convirtieron” en pruso y en alemán, pero organizaba a los obreros alemanes emigrados a diferentes países europeos, en “Asociaciones de obreros alemanes”.

     Mas lo importante viene unas líneas después, donde se afirma que “ En la medida y a la par que vaya desapareciendo la explotación de unos individuos por otros, desaparecerá también la explotación de unas naciones por otras”. Era un claro reconocimiento de que las personas podían ser oprimidas, explotadas, no solo como clase sino también como nación, circunstancias contra las que habría de lucharse a la par, eso que se recoge en el lema “Independencia y Socialismo”.

     Y volvemos a las manifestaciones de Marx y Engels en los Prólogos a las ediciones del Manifiesto. En 1872, 25 años después de su publicación original y tras advertir de que “la aplicación práctica de los principios expuestos dependerán de las circunstancias históricas existentes”, reconocen que “este programa ha quedado a trozos anticuado por el inmenso desarrollo de la industria. Y respecto a la actitud de los comunistas, está también anticuada en lo que toca al detalle, por la sencilla razón de que la situación política ha cambiado radicalmente”. Marx y Engels no planteaban una lucha universal, al unísono, de la masa proletaria por su emancipación, sino que consideraban luchas parciales, atendiendo a las circunstancias específicas de cada sociedad, definida por unas particulares características étnicas, culturales, históricas o geográficas, es decir, de cada nación.

     En el Prólogo a la Edición polaca, en 1892, Engels dice:

          “La creación de una Polonia fuerte e independiente no interesa sólo al Pueblo Polaco, sino a todos y cada uno de nosotros. Sólo podrá establecerse una estrecha colaboración entre los obreros todos de Europa si en cada País el pueblo es dueño dentro de su propia casa”. Y añade que “la nobleza polaca ha sido incapaz de mantener y lo será también para restaurar, la independencia de Polonia. La Burguesía va sintiendo cada vez menos interés en este asunto. La independencia polaca solo podrá ser conquistada por el proletariado joven, en cuyas manos está la realización de esa esperanza”.

     En el Prólogo a la Edición italiana, en 1893, F. Engels hace referencia a las revoluciones de 1848 (La Primavera de los Pueblos), que implicaron a Francia, Alemania, Austria, Hungría e Italia, que “condujeron a la unificación de los pueblos dentro de las fronteras nacionales y a su emancipación del yugo extranjero”. Aunque recalcaba que “los obreros se limitaron desde el primer momento de la revolución a ayudar a la Burguesía a tomar el Poder” y “Aunque estas revoluciones no tenían carácter socialista, prepararon, sin embargo, el terreno para el advenimiento de la revolución del socialismo”. “Las batallas rendidas en el 48 no fueron, pues, reñidas en balde”. Cerraba su exposición con esta frase:

          “La unificación internacional del proletariado no hubiera sido posible…si antes no hubiesen conquistado la unidad y la independencia nacionales…”

  1. Engels dejó muy clara su posición respecto al derecho a la independencia de las naciones.

     ¿Y K. Marx? Así como Engels centró su atención en Polonia, Marx lo hizo en Irlanda, por la relación que tenía con el movimiento obrero inglés y durante años consideró que la victoria del proletariado inglés traería automáticamente la liberación de Irlanda. Pero el tiempo y los acontecimientos le obligaron a posicionarse finalmente a favor del Movimiento de Liberación Nacional de Irlanda (MLNI). En una carta que envió en Abril de 1870 a Sigfrid Meyer, su delegado en Norteamérica, hace referencias a los presos, a la amnistía y al conflicto nacional irlandés. Afirma que “en Irlanda la cuestión social es al mismo tiempo inseparable de la cuestión nacional”. Y refiriéndose a Inglaterra, asegura que “el único medio para precipitar la revolución es lograr una Irlanda independiente”.

       Parecen claras las posiciones marxistas respecto, también, a la opresión nacional. ¿Tendrá eco entre las juventudes organizadas de nuestro País que se autonominan comunistas ese llamamiento de Engels a la conquista de la independencia nacional para Polonia? ¿Coincidirán con Marx en el apoyo decidido a Irlanda en su lucha por la independencia? ?¿O quizá se trate de comunistas no marxistas? Pero eso es ya otro tema, delicado, que analizaremos.

 

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