ILINTIE, TXINGARRA ETA TXINGORRA

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ILINTIE, TXINGARRA ETA TXINGORRA

Cuando mi suegra, arratiana, me contaba la rutina de sus tareas en su caserío hace más de medio siglo, recordaba que se levantaba antes de las 6 de la madrugada para atender, en primer lugar, al ganado, las dos vacas y la ternera que tenían en la cuadra. Eran el sustrato económico dinerario.

Limpiar los suelos, reponer las camas de paja, dar de comer a los animales y ordeñar a las vacas para poder llevar luego la leche a la media docena de clientas del pueblo, eran las primeras tareas. 

 

El trabajo siguiente subía de nivel, porque consistía en habilitar la cocina, en el primer piso, para los humanos, los miembros de la familia. Y lo primero, en aquellos caseríos donde había que hacerle frente al frío, consistía en encender el fuego para calentar la vivienda y posibilitar el cocinado de los alimentos. Le daba mucha importancia a este reavivar o recuperar el fuego, que en los primeros tiempos, antes de que se instalaran las “cocinas económicas”, se realizaban en el “beko sue”, el fuego bajo, donde se colocaba la leña y se colgaba el caldero de la cadena de hierro, el llar, que pendía de la chimenea. El mantener el fuego era fundamental y para eso, a un costado, había un pequeño pero importante espacio conocido como “eutsontzi”, donde se depositaban las cenizas de la lumbre y entre ellas, los “ilenti”, trozos de leña que se mantenían encendidos pero sin llama, esos que se sacaban con las tenacillas fabricadas por el herrero y estimuladas por el soplo o el fuelle, recobraban la llama, haciendo brotar de nuevo el necesario fuego del hogar.

 

Resulta curioso que, en euskera, el nombre de esos pequeños trozos de leña que conservan la esencia del fuego, tenga muchos sinónimos: txingarra, txingarrauts, sugeldo, inar, kanbor, hausbero, hauskaldar, zirta. También en castellano, su traducción dispone de un montón de sinónimos, quizás expresión, en ambos casos, de su importancia social: Rescoldo, brasa, ascua, tizón, borrajo, etc. A la expresión castellana “tizón” se le suelen dar dos interpretaciones. Una, “trozo de madera que se encuentra en proceso de combustión, incandescente” (vivo, diría yo) y otra, cuando está ya quemado, negro (muerto). Ojo con la diferencia.

 

Respecto a los sinónimos que tiene en euskara el término “ilenti”, “txingarra” es el más conocido. Mas es importante distinguir entre TXINGARRA y TXINGORRA, porque mientras lo primero significa brasa, rescoldo, lo que puede convertirse en llama, lo último significa GRANIZO, elemento que, respecto al fuego, ejerce precisamente el efecto contrario a su reactivación, porque lo que hace es apagarlo. Una sola letra diferente, la A por la O y significan exactamente lo contrario, quizás como ocurre con el nombre IA (izquierda abertzale, la primitiva) y la moderna IAO (izquierda abertzale oficial, la de Otegi), donde la primera está por el Txingarra y la segunda por el Txingorra. Hay quienes están dispuestos a sacrificar su libertad en aras de hacer el papel de brasa, de rescoldo, “TXINGARRA”, que permita en su momento recuperar la llama de la lucha por las libertades de sus congéneres, de su nación vasca, como los presos de ETA que no aceptan la rendición de su antiguo colectivo EPPK (Colectivo de presos políticos), mientras otros, con EH BILDU al frente, pretenden convertirse en TXINGORRA (granizo) que apague todas las brasas resistentes y se convierten en una fuerza política española más, que se atreven a proponer, como lo hacía su portavoz parlamentario Pello Otxandiano el 1 de Diciembre de 2024 en EL CORREO: “Es el momento de avanzar hacia un Estado confederal dentro de la Constitución” “Existe la oportunidad para reconfigurar toda la estructura del Estado” “A través de interpretaciones más abiertas de la Constitución se puede avanzar en ese camino federalizante y plurinacional…”. Esto es pura traición, desprecio sobre tantos años de lucha, tanto sacrificio, muertos, torturados, encarcelados, deportados, exiliados. Es granizo sobre las brasas, sobre los intentos de resistencia, de continuación de la lucha por la recuperación de la independencia y por la construcción de una estructura socialista, es decir, por alcanzar un Estado propio y no por caminar por “caminos federalizantes”.

 

¿Y a cuenta de qué viene todo este prolegómeno sobre el ILENTI, sobre las BRASAS? El diario EL MUNDO ha hecho recientemente (20-1-2025) referencia a un artículo publicado en Diciembre del pasado año, bajo el título “Espetxetik”, en la revista local de Mutriku Kalaputxi nº 255. Está escrito en euskera y en plural, fechado en Zaballa en Noviembre de 2024, pero no presenta firmas. No obstante, El Mundo la atribuye a un grupo de presos de ETA, disidentes del EPPK encabezado por García Gaztelu, que hacen en este escrito, entre otras, las manifestaciones siguientes:

“Nuestro cautiverio está vinculado a la lucha por la liberación de Euskal Herria y debe seguir estándolo. Esta lucha aún no ha terminado y creemos que los presos aún tenemos un papel que desempeñar: defender la legitimidad de la lucha política que nos ha traído a prisión, sin negar ni condenar el derecho de un pueblo a enfrentarse a la opresión.

 

La derrota militar no debe llevarnos a la derrota política. Hay que hacer frente a quienes nos hablan constantemente de convivencia (¿entre opresores y oprimidos?), normalización y paz, como si viviéramos en una auténtica democracia y la opresión fuera cosa del pasado, pretendiendo aniquilar la conciencia del oprimido. Hay que mantener la conciencia de la opresión a la que, como pueblo, estamos sometidos. Estamos, quizás, en la fase baja de la lucha de liberación pero alguna vez nos llegará la fase alta”.

 

Posteriormente y redactada en Zaballa con fecha Diciembre de 2024, aparece una carta pública del preso Orkatz Gallastegi en la que anuncia su abandono del EPPK, por desacuerdo con la estrategia y la táctica de la actual Izquierda Abertzale, que ha dejado de ser, a sus ojos, referente político para la liberación nacional y social de Euskal Herria. Sus planteamientos respecto al papel de los presos, la legitimidad y necesidad de su lucha, etc., son similares a los vertidos en la citada carta publicada en Kalaputxi, insistiendo en que “el rol de los presos es mantener la legitimidad de su lucha, sin negar ni condenar el derecho de un pueblo a hacer frente a la opresión”.

 

¿Qué supone para estos presos que no claudican, que no se rinden, hacer el papel de ILENTI, de TXINGARRA, de BRASA? Pues no reconocer la legitimidad del encarcelamiento que les tiene media vida en prisión, negarse a renegar de su realidad de presos políticos, proclamar la legitimidad de su lucha política y la necesidad de su continuidad hasta que su Pueblo, Euskal Herria, alcance el estatus de nación libre, independiente y socialista.

 

No es la primera vez que EL MUNDO arremete contra ese grupo de presos disidentes del EPPK (en Julio y Mayo del 2024), como si quisiera alertar de inminentes peligros a sus carceleros, como cuando afirma: “Nunca se sabe hasta donde puede llegar esa brasa y no nos debería pillar con el pie cambiado”. También alertan sobre el seguidismo que puede haber en el mundo abertzale, sobre todo entre la juventud. Por cierto, los presos del IRA y los de las FARC se fueron libres a sus casa tras las negociaciones con sus oponentes. Los nuestros, no; siguen en prisión, para largo, tanto los de fuera como los de dentro del EPPK. Gracias, Arnaldo y Cía.

 

El escrito de Kalaputxi termina con la típica pregunta: “¿Y ahora qué?. No tenemos fórmulas mágicas. Habrá que continuar la lucha. Como presos somos consecuencia de la anterior fase, pero también su demostración; somos una brasa incandescente, no apagada”.

 

Pero al ILENTI, al TXINGARRA, a la BRASA, hay que soplarle, darle aire con el fuelle, arrimarle la leña, retirar las cenizas… si queremos que la lumbre vuelva a lucir en el hogar ¿Y cuál es, en este proceso, el papel que nos asignamos los que estamos fuera?

 

Begirale

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GEHIEN IRAKURRI

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