KARL MARX, EXILIADO POLITICO

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KARL MARX, EXILIADO POLITICO

          Estos últimos días las playas de Gorliz y Plentzia, en Bizkaia, se han visto recorridas por una llamativa “marea amarilla”, como la describe la Plataforma ONGI ETORRI ERREFUXIATUAK. Es su acto anual de queja por las difíciles condiciones en que la gente exiliada tiene que abandonar sus países de origen y de reivindicación de los derechos de esos refugiados que llegan, desde otros Países, al nuestro. Es una postura ética y políticamente apreciable.

          ¿Pero qué pasa con los derechos de nuestros propios exiliados, refugiados, expulsados, deportados y encarcelados, que se pueden contar por miles desde, al menos, 1936, con un goteo que, bajo diferentes circunstancias históricas, no ha terminado aún?

          Estas consideraciones me recuerdan que la figura del refugiado, del exiliado político, también se ha encarnado históricamente incluso en personalidades de tanta impronta como Karl Marx, el filósofo, economista y político alemán considerado padre del socialismo científico, el materialismo histórico y el comunismo moderno. Son muy conocidas sus aportaciones de denuncia de la explotación del trabajador, sus análisis del Proceso de producción capitalista y de la lucha de clases, sus teorías sobre la concepción materialista de la historia, de los conceptos de valor del trabajo y de la plusvalía. Y cómo no, sus obras más importantes, como El Capital, donde expone la base doctrinal de la teoría comunista o la Declaración de Principios que redactó para la Liga de los Justos, el Manifiesto del Partido Comunista ( el “Evangelio de Clase”), donde pedía el derrocamiento de la burguesía y el establecimiento de una sociedad sin clases.

          Pero aquí pretendo resaltar aspectos más personales de su vida, los que le llevaron a fallecer en 1883, con 64 años, en Londres, pobre, enfermo y exiliado. Karl Heinrich Marx nació en 1818, en Tréveris (Renania), la ciudad más antigua de la actual Alemania, entonces recién incorporada al Reino de Prusia. Su padre era un abogado judío de clase media acomodada, su abuelo paterno y sus antecesores habían sido rabinos durante décadas, en Tréveris, así como su abuelo materno fue también rabino en Holanda. Para proteger a su familia de la legislación antisemita, todos se “convirtieron” al protestantismo, lo que incluyó el bautismo de Karl en la iglesia luterana. No obstante, supo hacer frente a las contradicciones sociales familiares, lo mismo que a las religiosas, declarándose ateo y acuñando su conocido lema “la religión es el opio del pueblo”.

          Estudió en varias universidades alemanas: Derecho, Filosofía, Historia… Aprendió varios idiomas: Francés, Italiano, Latín, Español, Inglés , Ruso…

          Tuvo problemas, por sus posicionamiento filosófico y político, para trabajar como profesor en la Universidad y tuvo que hacerlo, en 1842, como periodista y jefe de redacción en Colonia. Su concepto de la participación social fue muy dinámico: “No sólo hay que comprender al mundo, sino transformarlo”, pero “no se puede transformar la realidad sin haberla comprendido primero”. Fué muy didáctico en sus mensajes filosófico-políticos:

          “Las condiciones materiales (infraestructuras) determinan todo lo demás, ideologías políticas, religiosas…(superestructuras)”. “La historia de la sociedad es la historia de la lucha de clases entre explotadores y explotados”. ”El motor de la historia es la lucha de clases”. “La clase trabajadora es explotada por la clase capitalista al apropiarse de la plusvalía o valor excedente”, etc.

          Si bien la base filosófica del marxismo deriva del filósofo alemán Frederich Hegel, Marx también combatió, como materalista, los planteamientos del propio Hegel, por idealistas. Trató de alejarse del dogmatismo, sin olvidar que las teorías son sólo teorías hasta que se demuestran. Le dijo a su amigo Engels: “Yo no soy marxista”

          En 1843 fue expulsado de Alemania por escribir contra las condiciones sociales y políticas, viéndose obligado a exiliarse a París al año siguiente. De París, donde conoció a Friedrich Engels, fue expulsado en 1845 por las autoridades francesas por presión de las alemanas, trasladándose a Bruselas. Expulsado de allí en 1847, siendo acogido nuevamente en París, de donde fue nuevamente expulsado en 1849. Hizo llamamientos a la clase obrera para luchar contra la burguesía y el capital, pero también fue arrestado y juzgado por incitar a la Rebelión Armada, teniendo que exiliarse a Londres con su familia, donde vivió en condiciones de extrema pobreza. Trabajó como inmigrante irregular, haciendo periodismo mal pagado. Perdió a su esposa y él también enfermó gravemente, probablemente por las míseras condiciones de vida a que estuvo sometido. Fue el precio que pagó por ser consecuente con sus ideas.

          “Murió como apátrida”, indican las biografías de Karl Marx, porque lo hizo en Inglaterra. Esta afirmación me hace considerar un aspecto de Karl Marx y de sus análisis, que no quedó demasiado explicitado en sus escritos, cual es el de sus criterios y sus propios sentimientos identitarios respecto a los conceptos de Patria, Pueblo o Nación. Nació como renano, que era su extirpe, pero oficialmente lo hizo como pruso o prusiano, pues Prusia, que más tarde se convertiría en el Imperio Alemán, acababa de anexionar la Renania a su territorio. Pero esa Prusia no era la primitiva, pues los prusianos originarios, de origen báltico, habían sido sometidos y germanizados ya en el siglo XIII, tras serles arrebatado militarmente su territorio y perdiendo posteriormente incluso su idioma propio, debido al proceso posterior de colonización. Las opresiones de unos Pueblos por otros venían de lejos.

          En el terreno de la práctica, aunque Karl Marx había fundado en Londres, en 1864, la Asociación Internacional de Trabajadores (1ª Internacional) con el objetivo de unir a los trabajadores de diferentes países, en 1847 ya había también fundado en Bruselas la “Asociación de obreros alemanes”, proceder que se repitió en otros países europeos donde se podía reunir a obreros alemanes. Su propia conocida proclama de “¡Proletarios de todos los países, uníos!” incluía el concepto de “Países”, que abría el camino dialéctico a políticos realizadores de los planteamientos de Karl Marx, como Lenin o Stalin, que sí los desarrollaron plenamente.

          Pero esto es ya harina de otro costal y lo que pretendo aquí es solamente remarcar y resaltar el papel ejemplificador de este gran pensador, al margen de los juicios de sus seguidores y detractores, como exiliado, refugiado y perseguido por sus ideas y por su praxis.

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