DISIDENTE ERES TU, ARNALDO
Con ocasión de ese enfrentamiento entre jóvenes de ERNAI y de GKS que tanta preocupación parece haber causado en los Partidos institucionalistas, al Coordinador General de EHBildu, Sr. Otegi, le hemos oído calificar a estos últimos de “sectarios”, más aún, de “muy sectarios”, “actitudes machistas” y un largo etcétera.
Pero recalca el Sr. Otegi y ahí es a lo que voy, que “no tienen nada que ver con la Izquierda Abertzale” y que “los miembros de GKS no son disidentes”. ¿Se refiere el Sr. Otegi, al hablar de disidentes, a esa buena proporción, nada menos que el 22%, de los propios militantes de EHBildu que no apoyaron, en su última Asamblea General, la Ponencia que él y su equipo presentaron? Parece ser, más bien, que para ellos disidentes son los abertzales y socialistas que durante años militaron o votaron a Herri Batasuna, porque estaban de acuerdo con sus estrategias, tácticas y apoyos, pero que ante el golpe de timón que él y su equipo dieron en el trasatlántico de la Izquierda Abertzale, haciéndole virar 180 grados, como le gusta manifestar, no se enrolaron en la nueva ruta oficialista, porque no la sentían como suya y consecuentemente, pusieron pie a tierra.
El CORREO también coincidía con los planteamientos otegianos, al escribir (23/6/2022) sobre “los movimientos disidentes que orbitan alrededor de la coalición soberanista”, en alusión a la EHBildu que dirige.
¿DISIDENTES? El diccionario de la RAE establece que disidir significa:
Separarse de la común doctrina, creencia o conducta
Al margen de lo que realmente sientan una buena parte de los propios seguidores de EHBildu, Otegi defiende la “participación en la estabilidad de España”. Aunque asegura que “ellos se quieren marchar “, potencian con sus votos la estabilidad y fortaleza de un Gobierno que nos mantiene sometidos a los vascos a la categoría de colonia.
Manifiesta además que, “lo que queremos es que la gente que vive y trabaje aquí, tome decisiones”, aunque no expresa hasta qué nivel de decisiones propugna. “En Euskal Herria podemos hacer grandes cosas para mejorar la vida de la gente”, añade. Sigue sin ser muy original, pues esas son premisas básicas, ética y políticamente, para cualquier movimiento político que se precie de progresista. Se limita a copiar la terminología podemita, en torno a eso de “la gente”. Pero, además, no aclara a qué “grandes cosas” se refiere. ¿Incluirá la independencia?
Sus objetivos son (Radio Popular, 26/6), “un País mejor, buenos servicios públicos, una política fiscal redistributiva”. ¿Eso es todo? ¿Tanto cambio de rumbo para eso? De lo que no me cabe duda es de que sus actuales planteamientos disienten claramente de los de la Izquierda Abertzale que yo he conocido. Constituyen, por tanto, un claro caso de disidencia.
Hoy mismo EHBildu, por boca de su portavoz en Madrid, Sra. Aizpurua, consideraba que “las medidas (económicas) adoptadas por el Gobierno español van en buena dirección, aunque los impuestos a la banca debieran ser permanentes, no temporales”. Todo un ejemplo de posicionamiento revolucionario y abertzale.
Aboga también Otegi por “tender puentes para todos los sectores que quieren un País mejor”.
¿Se refiere a ese “Frente Amplio” que propugna, para atraer a una mayoría de izquierdas y soberanista que impulse el derecho a decidir y dé la alternativa al PNV? ¿Ese que le ha llevado a reunirse con la Sra. Zabaleta y el Sr. Madrazo, además de con el exmagistrado Manuel Díaz de Rábago, ese que se había declarado “español” y “de sentimiento nacional”? Porque Otegi nos explica que antes creíamos que para ser independentista había que ser abertzale, cuando por lo visto puede haber un independentismo no abertzale.
Pero frente a ese espejismo de un hipotético españolismo independentista vasco, surge la ministra española, con carnet del PC, Yolanda Díaz, que parece pretender una operación similar, pero allá por España. Propone un colectivo político colectavotos, al que llama SUMAR, con un objetivo similar al del FRENTE AMPLIO de Otegi, es decir, obtener muchos votos que le permitan decirle al que manda eso de “Quítate tú, para que me ponga yo”. La Sra. Díaz define los objetivos del proceso SUMAR, “para construir juntas y juntos el futuro que queremos para nuestro país”. Tampoco explica si persigue un futuro comunista, socialista, liberal o según se tercie. Pero sí deja claro que es para su país, para España, porque para ellos en el actual Estado no hay más que un País, el suyo, grande y libre.
Yolanda Díaz anuncia una visita a Euskadi (¿Vascongadas, Nafarroa, Iparralde?). Vendrá en plan de “escucha activa”, pero según nos cuenta Alberto Surio en el CORREO, la vicepresidenta española pretende “superar el clásico enfrentamiento entre nacionalistas y no nacionalistas, pero ubicado con nitidez en un ámbito no independentista y diferenciado de la izquierda abertzale, con independencia de que en un futuro puedan diseñarse espacios de cooperación”. Añade la información que, desde la dirección de Elkarrekin Podemos-IU, manifiestan también que “en ningún caso a la sombra directa o indirecta de EHBildu”.
Españoles progresistas, de izquierda, incluso comunistas… pero huyendo espantados de cualquier cosa que les suene a independentismo vasco. Aunque en este caso se trate de una supuesta alianza entre independentistas, soberanistas, federalistas y confederalistas sobre el reconocimiento del derecho a decidir (que no es igual que a la autodeterminación), según proponen Otegi y su equipo. ¡Qué lejos de aquel entorno de la Izquierda Abertzale antes de su ilegalización por España, cuando lo de abertzale y de izquierda se traducía en un simple objetivo estratégico y táctico a la vez:
INDEPENDENCIA, SOCIALISMO Y AMNISTIA
En épocas pretéritas, el Sr. Otegi ya practicó los cambios políticos de rumbo. Ingresó en ETA, pero no en la Militar, sino en los Comandos Berezi de la Político Militar, la que abogaba por diferentes estrategias de cara a la “Transición” española, que le llevarían finalmente a la autodisolución. Cuando los berezi se “desgajaron” de los polimilis, se “integró” en los milis. Ciaboga completa.
Más tarde, en los años 2000, vino la época de las reuniones secretas, a escondidas del colectivo a que pertenecía, Batasuna, en Elgoibar y en Burgos, con políticos del PSOE y del PP españoles, aquellos que estaban al otro lado de las barricadas ideológicas y policiales. ¿Simples charlas mientras merendaban, en el caserío de un buen amigo trotskista? Más bien reuniones y acuerdos, supervisados por el Gobierno español, que fueron el preludio del cambio de rumbo a que sometió a la Izquierda Abertzale y la desaparición a la que forzó a ETA.
Su actuación resultó un calco de lo que, años antes, les ocurrió a los dirigentes de Euskadiko Ezkerra, cuando tras la creación de EIA en 1977, las acciones selectivas de ETA p-m les ponían en situación comprometida y Mario Onaindia se convenció de que debían disolverse definitivamente, negociándolo con el Ministerio del Interior español. También ETA “le sobraba y le estorbaba”.
Y se autodisolvieron. Al menos, consiguió medidas de gracia para sus militantes presos y exiliados. Aquellos, los de Mario, salieron en un plazo de seis meses. Estos, los de Arnaldo, saldrán cuando “cumplan”.
Begirale