BANDERAS ROJIBLANCAS E IKURRIÑAS A MEDIA ASTA
Viejos, jóvenes, adolescentes, niños, bebés… mujeres y hombres… aborígenes y foráneos… sanos y tullidos… convertidos en jugadores del Athletic de Bilbao por la magia de las camisetas rojiblancas con la marca de KUTXABANK en el pecho. Adolescentes de 13 años declarando ante las cámaras “Estoy al borde del infarto” y sesudos varones afirmando “Impresionante. Ya me puedo morir tranquilo”. Aitites canturreando el “Alirón, alirón” para ambientar el paseo de sus nietecitos disfrazados de atléticos.
Y todo para celebrar el triunfo del equipo local de la capital bizkaina. ¿Triunfo? Pues sí, ganaron la final del Campeonato de España, que conlleva recibir de manos del rey de España una hermosa copa con la inscripción “Copa de S. M. el rey”, además de medallas individuales, para los jugadores, colgadas de vistosas cintas rojigualdas, para que no se olvidasen de en qué estaban metidos.
Una auténtica locura, una explosión de sentimiento… ¿de cuáles? No ha sido una manifestación de identidad ni de afirmación nacional vasca, sino simplemente de híper afición futbolera. Hasta las gentes del PP, abandonando momentáneamente sus habituales colores rojigualdas, se han enfundado en las camisetas bocheras. El propio alcalde de Bilbao lo ha definido muy claramente:
“Fue la expresión del orgullo de ser del Athletic”
He visto muy pocas ikurriñas, sustituidas por esas anodinas banderas con el escudo del club bilbaíno en el centro, por detrás del cual salen extremos de cruces blancas y de san Andrés. Pero esas no son verdaderas ikurriñas, son enseñas que sólo sirven para eventos futbolísticos. Es de apreciar la gran ikurriña, la de verdad, que uno de los jugadores del Atheltic, con una hermosa barba, llevaba sobre sus hombros en aquel estadio de Sevilla.
El potente y combativo irrintzi o el festivo sancho, relegados y sustituidos por el estruendoso “!Atleeeeeeeee…ti!
Un aplauso para él. Creo que esta nuestra sociedad vasca necesita de un buen equipo de psicólogos deportivos que estudien estos fenómenos y nos ofrezcan un certero diagnóstico y la propuesta de una terapia efectiva, antes de que sea demasiado tarde. O quizás se trate, simplemente, de que a nuestras gentes les va todo aquello que suponga barullo y juerga colectiva.
Y entre los dos acontecimientos futboleros, el fallecimiento del Sr. Ardanza, lehendakari de la CAV durante 14 años, hecho luctuoso luctuoso que también ha sido aprovechado por el PNV para su campaña electoral. Ikurriñas a media asta, tres días de luto oficial, féretro cubierto por el crucifijo y la ikurriña, pésames desde el Congreso español y sobre todo, horas y horas de la Radio y Televisión autonómicas dedicadas a ensalzar su actividad política en Ajuria Enea, a favor del diálogo, la convivencia, y la construcción de la paz. Poco me voy a extender sobre el tema. El presidente de su Partido, Sr. Ortuzar, fue claro en sus declaraciones públicas: “José Antonio Ardanza estuvo siempre al servicio de su Partido”. Dialogó solamente con los partidos de su bando, pues no lo hizo con la Herri Batasuna de entonces, que eran “los otros”. La convivencia la hizo sólo con “los suyos”, en el marco del Pacto de Ajuria Enea. Estuvo en contra, no sólo de los MEDIOS de ETA, sino de sus FINES (la Independencia y el Socialismo) y se posicionó favorable a la dispersión de sus presos. Que cada cual juzgue si el Sr. Ardanza, que en paz descanse, en su actuación política buscaba la PAZ o los intereses de su Partido.