La contraofensiva del cosmos imperial
En estas condiciones asistimos a una contraofensiva del imperialismo contra los pueblos del mundo, de la que señalaremos los rasgos más significativos.
El factor más grave de esta contraofensiva radica en ese consenso oculto contra el derecho de autodeterminación de los pueblos del mundo que se plantea en la amplia mayoría de los Estados-Nación, apoyada por los organismos internacionales, las grandes Potencias Occidentales, China, Rusia, Japón y que cuentan con la colaboración de una considerable porción de las izquierdas de diverso signo vinculadas a la modernidad, cuya concepción del progreso se cuasi identifica con el proyecto cristalizado por la globalización capitalista.
Este consenso oculto es, aquí y ahora, un elemento vital de una contraofensiva decisiva que se manifiesta a nivel ideológico y jurídico-político en el principio de "no intervención" en el interior de los Estados constituidos; considera "asunto interno" las atrocidades cometidas por estos Estados contra los pueblos y pretende garantizar el "monopolio de la violencia" en manos de estos Estados. Este principio de no intervención en los Estados constituidos permite hoy en Chechenia masacrar a un gobierno democráticamente elegido, humillar la soberanía de una nación, y arrasar a un pueblo entero, por hambre, frío, desnutrición, sangre y fuego, en un proceso que puede culminar en un genocidio.
Junto al principio de "no intervención" que trata de garantizar el monopolio de la violencia por parte de los Estados-Nación, nos encontramos con el principio del derecho a la intervención por parte de los Estados Unidos de América que tratan así de garantizar su monopolio de la violencia mundial. Se trata de hacer compatible este principio de "no intervención" que sería la fórmula de funcionamiento general contra los pueblos, con el "derecho a la intervención" de los Estados Unidos contra aquellos Estados-Nación que obstaculizaran sus planes geoestratégicos y sus proyectos de hegemonía.
Ello permite la utilización oportunista de algunos conflictos (siempre en la lógica de "protectorado" y no de "soberanía") como ha sido el caso de Kosovo en la guerra contra Serbia y de los kurdos en la guerra contra Irak. En el mismo sentido, nos encontramos con la utilización de los atentados del 11 de septiembre para planificar, con el fuego y la sangre, la invasión y arrasamiento de Afghanistán. Estos atentados han sido también utilizados para lleva al extremo un proceso de extensión planetaria de la jurisprudencia represiva contra la disidencia política, que venía precedida por nuevos espacios policiales y judiciales que, por ejemplo en el contexto europeo, han eliminado conquistas y derechos tan fundamentales como "el derecho al asilo político" que han existido hasta épocas bien recientes.
El tercer factor de esta contraofensiva radica en la obstinación con que determinados sectores políticos de las naciones dominantes (incluyendo derecha e izquierda) limitan el derecho de autodeterminación a los procesos de descolonización, excluyendo de ese derecho a los pueblos europeos que luchan en el interior de los Estados-Nación. Es evidente que la reciente conformación de 23 nuevos Estados, mayoritariamente en el continente europeo, en base a la aplicación de este principio, es la mejor garantía contra estas posiciones, a la vez que supone una enorme apertura democrática para muchas otras Naciones sin Estado.
Otro factor fundamental de esta contraofensiva imperialista es la peyorización de la lucha de los pueblos con la calificación de "guerras étnicas". Prosigue así esa tradición racista del colonialismo occidental que calificaba siempre como tribales y salvajes las resistencias de los pueblos africanos, mientras argumentaba como normales sus políticas de exterminio contra esas poblaciones. Esta argumentación racista es aplicada hoy contra las naciones sin Estado que luchan por su supervivencia y emancipación, bajo todos los calificativos que les identifiquen a atraso, conflicto étnico, problema y caos.
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