(Se reproduce este artículo por su interés para la Formación)
China da un giro anticapitalista
por A. Cruz
Hace años que muchos se preguntan si la República Popular China se ha convertido o no en un país capitalista. El periodista y politólogo Alberto Cruz estima que una serie de recientes medidas que China ha adoptado en los sectores de la economía y la educación –y que han suscitado gran inquietud en Occidente– permiten responder a esa interrogante.
RED VOLTAIRE | 23 DE AGOSTO DE 2021
Ante el debate sobre si China es capitalista o no, solo hay dos formas de interpretar lo que está pasando allí en los últimos meses: China está pisando el acelerador anticapitalista o está pisando el freno del capitalismo. En cualquier caso, lo evidente es que hay una nueva política en marcha, y a pasos acelerados, y que esa política está circunscribiendo el capitalismo chino, tal y como lo conocemos, y poniendo muy nerviosos a los centros capitalistas globales asentados en Occidente.
No se puede, ni se debe, pasar por alto lo que ha significado la pandemia del Covid-19 para estos movimientos, en los que ha quedado claro que China ha interpuesto los intereses de la gente, del pueblo, a cualquier otro. Es decir, que en apariencia –aunque cada vez se está concretando más– estamos viendo una filosofía de gobierno centrado en las personas, en proteger la vida y la salud de las personas, al tiempo que se defiende la propiedad de las personas bajo el sistema básico de la propiedad colectiva. ¿Optimista? Veamos.
Todo comenzó en noviembre de 2020, cuando el gobierno chino detuvo la oferta pública de adquisición de acciones del Grupo Ant, propiedad del multimillonario Jack Ma. Esta empresa es “el brazo financiero” de Alibaba, el buque insignia de Ma. Todo el capitalismo, sobre todo el capitalismo no chino, salió en defensa de Jack Ma porque «los burócratas de nivel medio» –así se calificó despectivamente, en los países capitalistas, a los miembros del Partido Comunista Chino (PCCh) en los países capitalistas– se habían atrevido a ir contra «el hombre más rico de China». Los capitalistas chinos y no chinos vieron cómo se fortalecía el papel del Estado «restringuiendo a la bestia del capital» (sic) en aras del desarrollo socialista y del bien público. Especialmente, porque lo que estaba detrás de ese pulso, que perdió Ma, era la gobernanza del sector bancario chino, que –al contrario de lo que sucede en Occidente– está totalmente en manos públicas.
Al gobierno chino no le tembló la mano cuando impidió una operación que «debería haber establecido el nuevo récord mundial» de su tipo y con la que se frotaban las manos todos los capitalistas –chinos o no. Entre el máximo exponente de la burguesía monopolista china y las autoridades políticas de China (la República Popular) existía un claro contraste que expresaba dos puntos de vista difíciles de conciliar: Ma –y otros como él– impulsan el desarrollo de innovaciones financieras sin considerar los riesgos para millones de personas mientras que, para el gobierno chino –los «burócratas de nivel medio»– es imprescindible prevenir y desmontar los riesgos que para millones de personas siempre generan los mercados financieros. O sea, para los «burócratas de nivel medio» prevalece el sentido común, cuando ya hay en el mundo precedentes como la crisis de 2008, provocada precisamente por algo similar en Lehman Brothers, crisis que tuvo cierta repercusión en la propia China unos años más tarde.
Sin entrar a desmenuzarlo, lo que vimos (que tomen nota quienes piensan que en China hay un capitalismo clásico al estilo occidental) no es dos concepciones distintas sino un conflicto de clase en dos orientaciones divergentes. Si eso suena muy fuerte, voy a dejarlo en una contradicción inmanente en el uso del modo de producción capitalista, contradicción que da lugar a un choque entre dos líneas opuestas: una más neoliberal y otra más social.
China ha apretado las tuercas, y mucho, a las distorsiones del mercado con contramedidas muy fuertes que van más allá de Jack Ma y de sus empresas y esas medidas afectan a todos los aprendices de brujo del capitalismo chino, especialmente a los del mundo digital y los que operan centrados sobre todo en el crédito. Eso nos lleva a pensar en Facebook y en los intentos de ese emporio por crear su propia moneda digital, y también en Amazon, que tiene una idea similar y que se ha ofrecido a Biden, por ejemplo, para distribuir la vacuna contra el Covid-19.
En definitiva, lo que hizo el gobierno chino con esa operación fue afirmar la primacía del poder político (y social) sobre el capital privado.
Es obvio que eso no era el comienzo de la desaparición del capitalismo chino. Pero sería miope no ver en ello una seria llamada de atención a los oligarcas existentes y futuros. El capitalismo occidental lo vio claro y dijo que fue «una represión que evidencia el poder centralizado de los comunistas». Así se dijo en Estados Unidos y se repitió en la moribunda Europa, aunque se trataba en realidad de una acción lógica dentro de la «economía de mercado socialista» de China, en la cual los servicios bancarios y financieros operan bajo el control estatal para el interés público. Es decir, se atajó la especulación, se evitaron las burbujas financieras y todo lo que causa las crisis financieras cíclicas que caracterizan el capitalismo. No es que se fuese a producir algo así en China, pero podría haber sucedido si los «burócratas de nivel medio» no hubiesen detenido el proceso.
El hecho es que el gobierno chino decidió actuar para que algo así no se produjese nunca.
Es evidente que no se puede negar que en los últimos 40 años, sobre todo en los primeros 30 de esos 40 años, el capitalismo fue crucial para impulsar el desarrollo de la China de hoy. Pero se hizo a un gran costo, al que ahora se le están poniendo cotos. Reconocer esto es puro materialismo histórico. Y, ya que lo mencionamos, se puede recurrir a Marx para argumentar que el control del capital es crucial para el proyecto de desarrollo socialista y que si se deja el capital a su libre albedrío, pronto se pone de manifiesto que sus intereses de clase superan su lealtad a la nación.
RED VOLTAIRE | 23 DE AGOSTO DE 2021
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