Euskal Herria, análisis de coyuntura

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Euskal Herria, análisis de coyuntura

Suena un poco pretencioso, pero al tratar de la revisión de la Estrategia y de la Táctica respecto al devenir de nuestro País, aquello de poder responder adecuadamente a las preguntas de ¿A dónde, Por Donde, Cómo y Cuándo?, comentaba la necesidad de contar con un análisis previo de la situación, en lo social, lo político, lo económico, la territorialidad, incluso la coyuntura internacional. Trabajo científico apropiado para sociólogos, politólogos, economistas, etc.

 Pero también es fundamental conocer la disposición anímica de nuestros compatriotas, su percepción de nuestra realidad, su interés por mantenerla o modificarla y en qué sentido. Nuestro País, Euskal Herria, ha sufrido invasiones militares desde hace varios siglos (1200, 1512, 1936…) y seguimos siendo una nación ocupada y sometida por España y Francia, que se reparten nuestro territorio. La parte sometida a España está, a su vez, dividida en dos partes, CAV y CFN, mientras que la situada al norte de los Pirineos no es más que un trozo de una Región administrativa francesa (Nueva Aquitania), donde el euskara no tiene ningún reconocimiento oficial ni cooficial.

 Tengo la impresión de que para muchos de nuestros compatriotas la vida transcurre como si fuéramos una nación libre, soberana, de estructura social justa, con las únicas preocupaciones puestas en el precio del aceite, en el del combustible para su vehículo o en el resultado del próximo partido de fútbol. Estarán, ciertamente, un poco alarmados por las excentricidades de Donald Trump y preocupados por la situación de exterminio en Palestina o de la división de Chipre entre las comunidades greco y turcochipriota, o del cruel reparto del Pueblo Kurdo entre cuatro Estados ocupantes, cuyos sufrimientos compartirán en mayor o menor medida, según su nivel de concienciación social. Todo ello en forma similar a como le puede afectar a un italiano, a un suizo o a un español, que también se lamenten de esas injusticias que algunos pueblos sufren a manos de sus opresores.

 Pero estos compatriotas nuestros no son en absoluto conscientes, quizás salvo cuando cae en sus manos algún panfleto perturbador, de que ellos, como colectivo nacional, como pueblo, están tan oprimidos, tan divididos, tan machacados como esos otros a los que, con toda razón, compadecen. Para analizar todo este también importante aspecto de nuestra realidad, deberían participar otro grupo de expertos, aparte de los politólogos y los sociólogos, como son los psicólogos políticos, si es que existe esa especialidad dentro de la psicología, aunque creo que sí, porque ya en 1910 Gustave Le Bon inició el tema con su libro “Psychologie politique” y hoy día tenemos una amplia literatura a cargo de Jon Elster (“La explicación del comportamiento social”, etc.) y otros autores.

 Los Gobiernos autonómicos (que no autónomos) en que nos tienen divididos a esta parte del País, actúan como si fueran soberanos y la oposición parece que también se lo cree. Hablan del bienestar de la ciudadanía, de servicios públicos de calidad, de armonización fiscal y un largo etcétera, como si no tuviéramos los dos graves problemas de fondo, el sometimiento a dos Estados ajenos y al sistema capitalista. Y las grandes formaciones políticas del sur de nuestro País, PNV y EH Bildu, se dedican a dar soporte en Madrid a los gobiernos españoles de turno, a esos que, con la ayuda de su judicatura y sus fuerzas policiales y armadas, nos impiden el ejercicio democrático de la autodeterminación. Todo con el chucho de “frenar a la ultraderecha”, como si no tuviéramos bastante con las derechas e incluso con las izquierdas antivascas.

 Y mientras tanto nuestro idioma nacional, el euskara, puntal de nuestra identidad como colectivo social, como nación, de capa caída, sin programas de re-euskaldunización en los sectores y territorios donde nos han hecho perderlo, o de euskaldunización de los migrantes que llegan a nuestro País en busca de trabajo, debido a timoratas e insuficientes políticas públicas de fortalecimiento de nuestro viejo idioma nacional, ayudadas por actuaciones judiciales empeñadas en frenar las pocas iniciativas públicas a favor del mismo. Nuestros sanitarios que quieren ir a trabajar a otros lugares como UK, Finlandia, Francia, etc, tienen que aprender previamente, como es lógico, sus respectivos idiomas, lo mismo que los procedentes de Países cuyo idioma oficial no es el castellano para ir a trabajar a España, pues tienen que alcanzar y demostrar los niveles de competencia idiomática en español con el diploma C1 expedido por el Instituto Cervantes. En Euskal Herria no se les exige, ni a ellos ni a los hispano hablantes, diploma acreditativo alguno de su competencia en euskara; si alguien reclama el derecho a que se le atienda en nuestro idioma, le hacen la conocida y ridícula pregunta: “¿Qué prefieres, que te cure o que te entienda?”. Pues queremos y exigimos, ambas cosas.

 ¿Qué ha pasado en los últimos años para que tantos miles de ciudadanos vascos, ahora votantes de los partidos mayoritarios actualmente en el sur de Euskal Herria, tanto en la CAV como en la CFN, como son PNV y EH Bildu, hayan caído en esta especie de laxitud, de flojera patriótica, donde parecen conformarse con sentirse cómodos en España o en frenar a la ultraderecha, también en España? ¿Qué ha pasado con aquel fervor nacionalista, abertzale, izquierdista en algunos, que llevaba a sentir un bihotzerre, un ardor en el estómago, con solo ver una bandera monárquica española? Porque ahora para algunos se tolera un poco, a condición de que al lado ondee la ikurriña y para otros cuando junto al rojo y gualda aparece el color morado. Ya parece que las cintas rojigualdas colgando del cuello de nuestros deportistas no nos molestan si de ellas penden unas medallas de campeones o que el jugar “la copa” no nos produce urticaria pues ni nos preguntamos “¿la copa de quién?” Aquellas manifestaciones con la policía española o la guardia civil enfrente, aquellos atronadores “goras”, aquellos gritos de apoyo a luchadores, de exigencia de amnistía para los encarcelados…¿qué ha pasado?

 No digamos nada de aquellos que tenían preocupaciones sociales y estaban en contra de la explotación capitalista, anhelando alcanzar también la liberación de clase gracias a conseguir para su País una estructura socialista. Parecería que las recomendaciones de Arnaldo Otegi respecto a “no tomarse lo de la independencia con ansias ni con prisas”, las hubieran aplicado a sus ideales socialistas. Con alcanzar unos salarios o unas pensiones mínimas que les garantizasen un modus vivendi aceptable, ya valdría.

 De todas formas, las direcciones de ambos ámbitos políticos coinciden actualmente en su petición al Estado español de que nuestro Pueblo sea reconocido como nación, que digan que el actual Estado es plurinacional. Sería un buen punto de partida comenzar nuestro modesto análisis de coyuntura, de la situación actual de nuestro País, por tratar un poco ese tema del concepto de nación, de la conciencia nacional, aún mejor, de la consciencia nacional, que no es lo mismo. Aquí sería necesaria la participación también, además de los expertos que he ido citando anteriormente, de filósofos, antropólogos e historiadores, pero entretanto iremos aportando lo que buenamente podamos.

 

Begirale

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