Fallece Juana Orta, histórica activista onubense y militante de la izquierda independentista, tras una vida de lucha revolucionaria

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Fallece Juana Orta, histórica activista onubense y militante de la izquierda independentista, tras una vida de lucha revolucionaria

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En la noche del 7 al 8 de marzo falleció Juana Orta González, una histórica activista onubense y militante de la izquierda independentista andaluza. Nacida en 1942 en una humilde familia de obreros de la mar dedicó su vida a la defensa de los oprimidos, siendo un referente político en la ciudad de Huelva y muy conocida en ambientes soberanistas por ser militante y fundadora del partido Nación Andaluza.

            Esta tarde a las 16 horas se ha improvisado un acto-homenaje en el tanatorio antiguo de Huelva.

          Fue fundadora del Sindicato Unitario de Andalucía, el partido Nación Andaluza y la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía.

          En junio de 2009 sufrió en su propias carnes la represión del Estado español. La Policía española allanó su vivienda en una operación ordenada por la Audiencia Nacional contra un fantasmagórico plan de fuga de varios presos políticos vascos de la cárcel de Huelva en helicóptero que luego se comprobó había sido una invención del Ministerio del Interior español. Las decenas de testimonios de apoyo a Juana en aquel trance se reprodujeron en un blog dedicado a su caso y titulado Una andaluza libre (pinchar para ver). Finalmente la Audiencia Nacional no presentó cargos contra ella pero su carácter solidario con Euskal Herria le costó, en esta ocasión, una andanada represiva muy seria que la marcaría posteriormente.

          Una de sus últimas intervenciones públicas se produjo en el homenaje soberanista a Blas Infante de 2020 que cada 10 de agosto se realiza en la ciudad de Sevilla, junto al último lugar donde Infante fue recluido antes de ser asesinado.

        Entonces participó dando lectura al comunicado conjunto de los Centros Andaluces del Pueblo. Rozaba los 80 años pero se mantenía con plena de vitalidad revolucionaria.

         Una bondad y entrega revolucionarias

Hace unos días el programa Reberdía Choquera, que realiza el Centro Andaluz del Pueblo José F. Rivera de Huelva, le dedicó un espacio recogiendo las impresiones que sobre Juana tenían amigos, compañeros y camaradas. Ya se conocía su dedicado estado de salud aunque no se esperaba este desenlace.

En los casi diez testimonios que recoge el programa queda manifiesta su bondad y entrega revolucionarias.

          Una vida para la clase obrera andaluza

Juana Orta dedicó su vida a la organización revolucionaria de la clase obrera andaluza. En una autobiografía sobre su militancia social que le propuso el colectivo de mujeres independentistas Andaluzas en Pie en 2020 narraba así su trayectoria vital por los movimientos sociales y sindicales:

Me llamo Juana Orta Gonzá1ez y nací en Huelva en plena postguerra, e1 día de Reyes de 1942 en una familia de tradición marinera procedente de Lepe, humilde y obrera. De mis dos hermanos mayores, pues yo era la más pequeña, sólo uno pudo estudiar ya que las circunstancias económicas y familiares no eran las más propicias.

En el colegio no pude aprender casi ni a leer y escribir y, a pesar de las carencias económicas fui una niña feliz, mi madre consiguió con su bondad hacerme la vida muy agradable, inculcándome todos sus conocimientos y valores, que me dieron herramientas y guía para conducirme por esta vida.
Recuerdo el jaleo y el olor a jabón y a geranios que ocultaba el olor de la pobreza y la necesidad del patio de vecinas en el que me crié. Y digo bien vecinas y no vecinos, pues ellas, esas 8 mujeres, eran el corazón y el motor de aquella España desconchada y gris.Prefería jugar con los otros niños y niñas de mi edad que estudiar, siempre fui una niña muy inquieta, un diablillo, y ni las letras ni los números consiguieron despertar mi interés.

Recuerdo perfectamente el día de mi Primera Comunión, con mis sandalias de goma y mi vestidito rosa, aunque no hubo chocolate, ja, ja, ja, ja… En fin, tuve una infancia feliz, con las carencias propias de una familia humilde de aquellas época pero muy unida y con mucho carió, lo que faltaba en el plato se compensaba con el amor que nos sobraba. nos dieron luego un pisitio en un barrio obrero, en “La guita”, donde aún vivo desde los 12 o 15 años, no lo recuerdo muy bien.

Entre mi infancia y mi juventud, con ganas ya de buscarme la vida, mi trabajo y mi ocio, y puesto que no me gustaba estudiar, tuve que madurar muy pronto y un día me acosté como niña y al otro ya era una joven. Entré en la JOC (Juventud Obrera Cristiana) donde realicé un curso de costura y comienzo a asistir a reuniones de toma de conciencia obrera. Aquellas reuniones despertaron mi conciencia de clase, pero el tema cristiano, la verdad, no acaba de convencerme del todo, y comencé a reunirme con otras personas con mis mismas inquietudes sociales y políticas y acabamos fundando la ORT, una organización de trabajadores.

En aquellos años sufrí un tremendo golpe a nivel familiar. Muere mi madre, que arrastraba una larga enfermedad y a la que me sentía muy unida y que era el sostén y la fuerza de mi casa. Mi padre no podía seguir yendo a la mar, pues contrajo una enfermedad en los bronquios, así que me quedé como personas responsable de manejar la situación familiar sobrevenida.

Mi contacto con las JOC supuso mi lanzamiento al mercado laboral, comenzando a trabajar como limpiadora de locales públicos. Luego trabajé, también, en una fábrica de transformación de productos pesqueros y allí sufrí mi primer despido, convocándose por aquel entonces una huelga en las fábricas que iba de la mano de los primeros movimientos obreros en Huelva, en el Polo de Desarrollo donde acabé vinculándome a los movimientos obreros que en aquellos tiempos eran, lógicamente, clandestinos, entrando en contacto con el germen de Comisiones Obreras. En el Polo Químico, donde se fraguaba el movimiento obrero, tomé verdadera conciencia del sitio dónde venía y que era lo que quería.

En esos años la situación de los obreros era bastante mala en las fábricas del Polo y la falta de sensibilidad de la patronal nos empujó a organizarnos en un movimiento político y social que era pionero en esta ciudad.

Después me fui a Sevilla a trabajar y a vivir, continuando en primera línea del movimiento obrero en esa ciudad hasta que volví a Huelva 7 años despues. La situación ya había cambiado y se habían legalizado los partidos políticos y pudimos comenzar a trabajar desde otro escenario muy distinto, aunque las desigualdades y las injusticias, como todos sabemos, siguen ahí, y siguen siendo las mismas.

Toda mi vida he estado vinculada a sindicatos y organizaciones obreras, formando parte del Sindicato Unitaria con sede en Huelva desde donde más fuerzas me han dado para alzar mi voz y que no me pisoteen. Creo que mi lucha por los derechos de los trabajadores ha sido, sobre todo, honesta y creyendo en lo que hacía y, por eso, tengo amigos hasta en el infierno y me he sentido querida y valorada por mis compañeros y por todas las personas que he podido ayudar, y también por las que no pude ayudar, pues mi esfuerzo siempre era con todo el alma y el corazón.

Mi lucha como mujer, mi papel como mujer en el movimiento obrero (Mati era mi nombre de guerra en la clandestinidad) siempre ha sido la preocupación por los demás y mi espíritu de lucha, ante las injusticas me rebeleba y si me intentaban pisar aún lograban que me resistiera más. Aún sigo en la lucha, no me rindo, a mi edad sigo activa en todos los movimientos sociales que me parecen justos, como APDHA o la Plataforma Parque Moret.

Lo que mas me ha costado en todos estos años ha sido seguir creyendo, pero ahí estoy, sacando fuerza y gritando a los cuatro vientos que Andalucía merece ser más que el cortijo de los señoritos o el bar al que viene a emborracharse nuestros ricos vecinos europeos. Merecemos mucho más, merecemos que tiremos la toalla pues seguimos teniendo problemas muy serios como el paro, la precariedad laboral, los bajos salarios, el racismo, la absoluta ausencia de conciencia de clase y un montón de problemas más.

Mi aportación a la lucha obrera no ha sido en realidad significativa, al menos eso creo, no puedo compararme con los grandes sindicalistas que ha tenido este país. Solo he sido una ayuda para aquel que lo necesitaba, una voz para aquellos que no la tenían y, aunque la lucha fue, es, y seguirá siendo difícil segiré en ella hasta que las fuerzas me respondan. Y ¿sabéis qué? Que ahora tengo más fuerza que nunca y si no me rendí antes que tenía mucho más que perder no lo voy a hacer ahora. ¿No pensáis igual?

Su bondad, su ejemplo y su entrega revolucionaria quedará en la memoria de toda la militancia de la izquierda independentista andaluza y, en general, del movimiento obrero y popular de nuestro país.

 

Nación Andaluza / Herritar Batasuna

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