IDENTIDAD Y CONCIENCIA NACIONAL

Es el momento de hacer una somera referencia al término Nacionalismo, que según la primera acepción de la R.A.E., es “el apego de los naturales de una nación a ella y a cuanto le pertenece”.

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IDENTIDAD Y CONCIENCIA NACIONAL

         Los problemas de identidad en los individuos pueden generar graves problemas de salud personal en quienes los padecen: Crisis de Identidad en que nos preguntamos: ¿quién soy realmente? ¿qué es lo que persigo?, Trastornos Disociativos o de Identidad Múltiple, Despersonalización, etc.; en las Colectividades humanas, también los problemas de identidad pueden llevar a problemas, a veces graves, de salud social.

         La identidad es definida por la R.A.E. como “el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracteriza frente a los demás. Es la conciencia que uno u otros tienen de ser ellos mismos y distintos a los demás”. Ni mejores ni peores, solamente distintos. Y la identidad nacional es la basada en el concepto de nación, en el sentimiento de pertenencia a una colectividad histórico-cultural concreta, definida por características diversas, como es en definitiva una Nación,  que es el conjunto de personas que comparten una serie de elementos como la historia, la lengua, el territorio, la cultura, las tradiciones, la raza, la etnia en general, término este último que según el Diccionario de la RAE procede del griego “pueblo” y significa “una comunidad humana definida por afinidades raciales, lingüísticas, culturales, etc., es decir, equivalente a Pueblo o Nación.”      

         Pero no basta con compartir alguno o todos de esos elementos que se definen como objetivos, sino que, tal como lo indica muy acertadamente el diccionario de Oxford Languages, tienen  que tener conciencia de pertenecer a un mismo Pueblo o Comunidad, lo que se conoce como elemento subjetivo o Conciencia Nacional. 

          Es el momento de hacer una somera referencia al término Nacionalismo, que según la primera acepción de la R.A.E., es “el apego de los naturales de una nación a ella y a cuanto le pertenece”. Es, por tanto,  un sentimiento que debería esperarse en todos los colectivos humanos, en todas las naciones, como culminación sociológica de la propia autoestima individual o el apego que se origina en el seno de cada familia. 

         Otra cosa es el distinto sentido que la nación tenga para las diferentes clases sociales, como Marx y Engels acertadamente matizan en el Manifiesto Comunista, lo que da lugar a muy diferentes expresiones del natural sentimiento nacionalista, que puede ser desde colaborativo hasta imperialista en lo internacional o desde progresista hasta ultraconservador en lo nacional.     

         En definitiva, el elemento subjetivo de pertenencia, la conciencia nacional, es más importante incluso que la mayor parte de los elementos objetivos de la identidad nacional, pues se pueden poseer todos ellos, raciales, lingüísticos, históricos, culturales, pero no sentirse miembro de esa nacionalidad, como puede observarse en muchos políticos vascos actuales que se sienten parte de otra nación que no es la suya e incluso enemigos de la propia. Y en sentido contrario, como afirmaba Argala, pueden ser vascos todos los que viven y trabajan en Euskal Herria, con la única condición de que lo sientan y lo deseen; pero no, como afirma el Gobierno autonómico de la CAV, quien simplemente tiene la vecindad administrativa, “tal como establece el Estatuto de Gernika”.

         Pedro A. Talavera, de la Universidad de Valencia, ya en 1999, en los Cuadernos de Filosofía del Derecho, desarrollaba un documentado trabajo bajo el título de “El valor de la identidad nacional”, cuya lectura recomiendo. Citaba en él al País Vasco y a Kosovo como paradigmáticos de grupos nacionales con reivindicaciones soberanistas que se presentan y se legitiman como EstadosNación.       

         Liha Greenfeld, antropóloga, socióloga e historiadora de origen ruso y nacionalidad norteamericana, de la Universidad de Harvard, una autoridad en la materia, afirma que “es la identidad nacional fundamental en el mundo moderno, en cuanto es definitoria de la esencia misma del individuo”. 

         Y bajando al terreno práctico, después de tanto prolegómeno, ¿quiénes somos los vascos? Pues somos una colectividad humana que actualmente habita un territorio situado a ambos lados del Pirineo occidental, asomándonos al mar Cantábrico. Bajo el punto de vista de la Antropología Física, procedemos de un grupo humano con un perfil racial y fisionómico particular, como aquel que se encontró Wilhelm Von Humbolt en sus visitas a  Euskal Herria entre 1799 y 1801 para estudiarnos como nación. Un mismo idioma, el euskara, hablaban nuestros antepasados, lo que junto a unas particulares expresiones culturales, tradiciones y costumbres, nos diferenciaban de los pueblos del entorno. Y hay otro importante factor diferencial, como son las vicisitudes históricas que nuestras gentes han vivido a lo largo de los siglos en nuestras relaciones con las naciones vecinas y no tan vecinas, todas ellas con un anhelo común de conquistar nuestras tierras.

         Pero ¿qué concepto, qué imagen, qué sentido de nuestra propia identidad, de nosotros mismos, hemos tenido y tenemos las vascos? Nos han llamado de muy diferentes formas en la antigüedad y en la actualidad: Wascones, vascos, navarros, bizkainos, vascongados, vasconavarros, vascofranceses. No nos ponemos de acuerdo respecto a una bandera que nos represente a todos. Hemos utilizado muy diferentes símbolos a lo largo de la historia: “Irurak bat”, “Laurak bat”, “Zazpiak bat”, “Arrano beltza”…

         El mismo Sabino Arana, fundador del PNV, creía al principio que su Patria era Bizkaia y por eso reivindicaba su independencia. Gracias a su hermano Luis llegó a conocer que su Nación, su Patria, era el conjunto del Pueblo Vasco, compuesto por siete territorios históricos, “zazpiak bat”,  por lo que su reivindicación de independencia fue, a partir de entonces, para toda Euskal Herria, que él rebautizó como Euzkadi.  

         Pero nuestros compatriotas  han sido, a lo largo de la historia, muy provincialistas, muy “territoriales”, con muy poco sentido nacional de conjunto. Arabeses que querían desgajarse del conjunto de su Pueblo (Unidad Alavesa), bizkainos que siguen pensando que son el centro de todo, nafartarras que se consideran sólo navarros, etc. El propio PNV, quien en cuanto en  1979 tocó poder, aunque fuera autonómico, redujo en su Estatuto de Autonomía, Euskadi, Euskal Herria, el País Vasco, a solo tres de sus territorios -convertidos en la  CAV- condenando al resto de los vascos  (napartarras, lapurtarras y zuberotarras), a ser otra cosa, pero “no vascos”, porque los vascos eran ellos. 

         Triste Comunidad Autónoma española esa CAV, que utiliza en su TV pública, esa mortal herramienta anticonciencia vasca que con el título de  “Vascos por el mundo” emiten semanalmente en la ETB, donde cuando encuentran a un oriundo de Bizkaia, Gipuzkoa o Araba le preguntan: “¿vasco de donde?”. Pero si son navarros, les preguntan : “¿navarro de dónde?“, negándoles de entrada su condición de vascos. Y del resto de Euskal Herria, de Iparralde, ni siquiera se molestan en buscar a nadie para entrevistarle;  no existen para ellos. Y lo mismo en la pública Radio Euskadi, donde nos hartamos de oír: “…tanto en Euskadi como en Navarra…”. 

         No me extraña que el abogado y político José Manuel Agirre Bilbao, cofundador de ETA, que como responsable en su día de la formación de los primeros militantes, con tanta profundidad abordaba el tema de la Identidad Nacional, de su relación con los conceptos jurídicos de Estado y con los derechos políticos inherentes a los colectivos nacionales, esté convencido, a sus 96 años, de que somos un Pueblo con poca VIS, poca conciencia nacional. Que después de Orreaga… 

         ¿Y cómo abordamos este hecho de ser, además de pocos, tan divididos? Quizás el conocimiento de nuestra historia, el respeto a la idiosincrasia de cada Territorio Histórico, el diálogo entre vascos con un poco menos de dogmatismo  y partidismo, nos vendrían bien.

 

         Begirale

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