La clave revolucionaria

Como cabía esperar desde el primer momento en que comenzaron a fraguarse los cimientos de HERRITAR BATASUNA, la cosa no iba a ser fácil. No lo sería por múltiples motivos; desde la propia constatación de la gran pluralidad ideológica que se pretendía, hasta las propias zancadillas –a veces, auténticas trampas- que sabíamos nos serían colocadas en el camino hacia la reconstrucción de la UNIDAD POPULAR, feminista, independentista y revolucionaria.

Hablo de “reconstrucción” porque, aun sin pretender idealizar ninguna experiencia del pasado ni, mucho menos, construir “tótems” estériles, tal proyecto ya había tenido su plasmación en Euskal Herria. Herri Batasuna fue, con todos sus defectos y sus graves contradicciones, el punto de inflexión para la modernización y actualización de los postulados políticos plurales que anidaban en la sociedad vasca en torno al movimiento independentista revolucionario. La consolidación de la denominación Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) a mí me pilló en pañales y nunca pretendí  ahondar en este dilema, aunque siempre me he preguntado por qué y en qué momento se descartó la utilización literal del carácter “revolucionario” de este movimiento para afirmarse como tal desde su propia titulación nominal. Lo importante, desde mi punto de vista, siempre fue el  contenido; y de conceptos y prácticas revolucionarias, no sólo Herri Batasuna, si no todo el MLNV en su conjunto, estaban más que cargados.

Como digo, no era hasta ahora ninguna pretensión por mi parte la de buscar “purismos” respecto a las formas en que el colectivo político que me represente –en las instituciones o en nuestro entorno natural, la calle- deba autodenominarse. Aunque sí que es clave en este momento la propia definición y algunos importantes detalles para entender la necesaria creación de la HERRITAR BATASUNA.

Antes hablaba de zancadillas y de trampas. No era mi intención comenzar este artículo haciendo sonar todos los bombos y platillos por el mero hecho de hacer ruido, sino porque esas actitudes han sido y están siendo patentes a cada momento. Y es precisamente el revisionismo contrarrevolucionario, esta vez me desprendo deliberadamente de las comillas, quien las está aplicando en Euskal Herria utilizando el más burdo y prolífico modo de la castrante socialdemocracia defensora del sistema capitalista: el posibilismo institucional que intenta poner en evidencia –cuando no bajo las patas de los caballos- a quienes continúan defendiendo posturas antes compartidas y vistas, de forma común, como dignas y necesarias;  independencia, (eco)socialismo, amnistía…

Este revisionismo contrarrevolucionario tiene en la actualidad, como también antes lo tuvieron quienes lo protagonizaron, el inestimable e interesado apoyo de quienes han abierto todos sus puertos para recibir a un barco completamente vaciado de contenido de poder de transformación social y política: postulados exclusivamente institucionalistas, programas políticos pasados por el tamiz de una ley de partidos fascista aceptada, practicas pactistas y posibilistas a la baja, etc. Y podríamos pensar, optimistas,  que todo esto forme parte de una “inteligente” táctica de utilización de estrategias legalistas para la transformación; pero tal sensación positiva desaparece en cuanto  vemos la nula existencia de tales prácticas, cuando no la paralización a golpe de orden vertical de las mismas, en aquellas instituciones en que se tiene un mínimo de poder de gobierno. El caso navarro es más que significativo y, en Gipuzkoa, donde se gobierna en decenas de localidades, muchas de ellas con mayoría absoluta, se siguen aplicando políticas absolutamente continuistas con las formas y sistema capitalistas. ¿Cuántos Marinaledas , Aguascalientes o Errekaleor podríamos tener en Euskal Herria si el revisionismo contrarrevolucionario comandado por personajes como Arnaldo Otegi no estuviese en la actualidad llamando al orden institucional capitalista del “país decente” o justificando y jaleando la labor de uno de sus pilares básicos, sus “fuerzas de seguridad”?

Es por ello que hoy, quizás mucho más que antes, se hace necesaria la reivindicación de la clave revolucionaria en el hacer político de quien pretenda presentarse en sociedad. Igual que se hace necesario reivindicar este carácter desde el propio concepto nominal con que un colectivo político transformador busca ser reconocido, hallado por quienes quieran participar y ser protagonistas del mismo y, como no podría ser de otra manera, identificado por todo el abanico de agentes capitalistas; incluido el reformismo contrarrevolucionario.

Así que desde HERRITAR BATASUNA, tal y como abierta y concisamente viene reflejado en nuestro documento fundacional aportado para el debate asambleario y plural, nos reconocemos sin ningún tipo de dudas como un colectivo revolucionario en todos sus conceptos políticos (género, soberanía nacional, defensa del medio ambiente, socialismo, autogestión…) y sus estrategias de lucha ideológica.

 

Nafarroa

Isi Caballero

Herritar Batasunaren kidea.

 

GEHIEN IRAKURRI

AZKEN BERRIAK