8 de Marzo, sin las mujeres no habrá revolución

Echando la vista atrás, podemos comprobar que, históricamente, la conquista de los derechos de la mujer han sido, y son a día de hoy, una lucha constante. Debido a la moralidad y los valores inculcados, desde tiempos remotos, por el patriarcado en los seres humanos, la mujer ha sido convertida en una mera propiedad más del hombre. 

A la mujer, durante toda su vida, se le ha impedido saber cualquier cosa referente al sexo. Para ella era algo tabú. Y si, además, tenemos en cuenta que la educación que recibía tenía como último propósito para su vida el matrimonio con un “buen” hombre, descubrimos que a la mujer la encaminaban a ser la posesión de éste.

Si la sociedad se encontraba con una mujer que, por su sensatez y su madurez, de forma libre y consciente, llegaba a descubrir, conocer y disfrutar del sexo, automáticamente era tratada con el más absoluto desprecio, reducida a “escoria”. Este estigma le impedía, o cuando menos le dificultaba enormemente encontrar el amor con un “buen” hombre. Lo cual, en muchos casos, era causa determinante para que acabara ejerciendo la prostitución como único modo, ya no de vida, sino de supervivencia.

Aún después de haberse conseguido, gracias a innumerables luchas, el derecho al sufragio y el acceso a aquellos ámbitos dominados exclusivamente por los hombres, de poco le ha servido a la mujer para conseguir su liberación del patriarcado impuesto. Para la mayoría, no ha supuesto sino una carga más a sus espaldas, ya que además de tener que pasarse incluso más de ocho horas diarias en su puesto de trabajo, muchas veces no deseado, luego le espera la tarea de su “hogar, dulce hogar”. La situación adquiere mayor gravedad todavía, cuando ni tan siquiera se le tiene la misma consideración que a los hombres en el trabajo, ya que ante el mismo trabajo, aquellos están siendo mejor renumerados.

De todo ello son responsables, en gran medida, el estado y la iglesia, dos estamentos dispuestos a seguir manteniendo el patriarcado, a pesar, incluso de sus últimas y más sangrantes consecuencias, la del exterminio de la mujer a manos del hombre. A día de hoy, son nefastas las cifras de las mujeres asesinadas, año tras año, por la violencia machista, ya que muchos hombres, aparte de considerarlas unas simples posesiones, creen que el único fin de ellas es el de engendrar y cuidar de su “prole”. Y si con eso no tuviesen suficiente, deben soportar, en pleno siglo XXI, como un Eurodiputado exige que las mujeres cobren menos que los hombres, porque “son más débiles y menos inteligentes”.

Desde la Herritar Batasuna nos proponemos luchar por la desaparición de esa maldita desigualdad entre hombres y mujeres que, desde que nacemos, nos han impuesto durante toda la vida; considerando únicamente a las personas como seres humanos, libres de todo tipo de prejuicios que provoquen la discriminación de género.

Por todo ello, abogamos por una sociedad socialista y feminista, donde cualquier persona, tenga los mismos derechos y obligaciones, sin que absolutamente nadie sea discriminado por su género, o condición sexual. Ynos unimos a la lucha contra el patriarcado impuesto, desde tiempos inmemorables, por los estados capitalistas y la iglesia.

Sin las mujeres no habrá revolución. 

Alberto Caraballo y Sonia Rubio militantes de  herritar Batasuna.

GEHIEN IRAKURRI