SOFÍSTICA VERSUS DIALÉCTICA

Imprimir

SOFÍSTICA VERSUS DIALÉCTICA

¡Aprendamos a desentrañar falacias!

          L@s sofistas (llamad@s así por ser tenid@s como maestros en sabiduría; aunque, primeramente tras la dialéctica de Sócrates y después, como veremos, tras la Filosofía Occidental fundamentada en Platón y en Aristóteles, no necesariamente en aplicarla…), ya desde Protágoras de Abdera, -maestro de Metrodoro de Quíos y de Teodoro de Cirene- (del 481 a.C. al 411 a.C.), y de Georgias de Leontinos, -maestro de Hipócrates y de Isócrates- (del 460 a.C. al 380 a.C.), siempre convivieron, o mejor coexistieron con autores dialéctic@s, tal y como lo hicieron con el maestro de la dialéctica Sócrates de Alopece (del 470 a.C. al 399 a.C.). Este último fue maestro de Aristocles "Platón" de Egina o Atenas, -el de "La República", el de "Los Diálogos" y el de alegorías como las de la caverna o la del carro alado (del 427 a.C. al 347 a.C.). Alumno de este último fue Aristóteles de Estagira (del 384 a.C. al 327 a.C.). Tanto Platón como Aristóteles han pasado por ser los basamentos y pilares de la Filosofía Occidental.

          Fue transcurriendo la Historia y ya entre los s. XVIII y XIX, con Arthur Schopenhauer de Gdansk (del 22-F de 1.788 al 21-S de 1.860), -con sus pesimismo metafísico y nihilismo filosófico, con su particular ateísmo y hasta con su antinatalismo-, es cuando el sofisma toma cuerpo cuasi científico, empero anti-dialéctico, habida cuenta de que encuentra, digo publicita hasta 38 estratagemas ("El arte de tener razón, expuesta en 38 estratagemas") para lograr vencer, que no necesariamente convencer, para así obtener la razón, y sin necesidad de perseguir la verdad. Podríamos citar el oxímoron que supone, y por poner un ejemplo, el prólogo de Miguel Candel Sanmartín al trabajo "Sobre Dialéctica" de Manuel Sacristán Luzón (maestro de la dialéctica en general y de la marxista en particular de la segunda parte del s. XX), intitulado "El bucle dialéctico" (que trata la evolución de la dialéctica desde tiempos pre-filosóficos, que no meramente pre-socráticos), habida cuenta de que un bucle sería tan "dialéctico" como el cuento de la buena pipa…, léase nada dialéctico, ergo anti-dialéctico. 

          Protágoras resumía su objetivo sofístico en "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles"; empero, fue un experto en retórica que mimaba la ortoepía, léase el correcto uso, que no solo la pronunciación, de las palabras. Georgias, sofista contemporáneo del anterior, sin pretenderlo, de facto, añadía que "Con las palabras se puede envenenar y embelesar". Se podría decir sin faltar a la verdad, aunque sin renunciar tampoco a la razón, que desde hace más 23 siglos el empirismo y el cientificismo o cientifismo, mas no el ingenuo, dialécticos se ven las caras con la sofística (¡ojo!, a no confundir con el sofismo, -cierto heterodoxo panteísmo islamista, cuya doctrina ascética, según dicen, busca recorrer etapas en un camino de unidad mística con "Allah"-).

          La sofística se movería entre el materialismo y el idealismo, se distinguiría por el subjetivismo y la negación de la verdad objetiva, finalmente haciendo convivientes al escepticismo con el relativismo.

          A estas alturas, convendría ya distinguir entre la erística y la heuréstica. La primera, la erística, se trataría del arte para la riña y la disputa y o el conflicto en el debate, defendiendo obtener la razón, des-preocupándose de si ésta va emparejada con la verdad y, por ello, logrando ser auto-víctima de sus argumentos; siendo la segunda, la heurística, aplicable a la disciplina, al arte y o la ciencia del descubrimiento. Much@s de "nuestr@s" líderes/as e incluso de "nuestr@s" dirigentes/as nos envenenan y embelesan con sus palabras (Georgias, dixit), logrando que aprehendamos como sólidos y fuertes los argumentos más débiles (Protágoras, dixit), cuando no sencillamente engañosos, ergo falaces.

          La dialéctica, por el contrario a la erística y o a la sofística de l@s sofistas, lo que defiende es la solución y, de ser factible, el encaminamiento a la resolución del conflicto, mas jamás el crearlo ni menos aún el recrearse en el mismo, léase que promueve la búsqueda de la verdad (el qué es la verdad y el qué no lo es, sería tema para otra disquisición dialéctica…). La dialéctica no busca perder el tiempo o, y por ser condescendiente, perderse en el tiempo argumentando, o más bien en la riña y la disputa para eternizar el debate; sin embargo, la dialéctica peri-socrática no pretende sino ganar el tiempo para la verdad, ergo para la demostración de su empírica manifestación, y valga la redundancia, así como para así facilitar su aplicación práctica. El "arte" de pensar en cómo obtener la razón (la erística y la sofística) versus la razón de cómo obtener el arte de pensar (la dialéctica). De erística y, por ende, de sofismas, -aunque incluso partan de premisas verdaderas y hasta concluyan en verdades, empero irracionalmente-, ergo de falacias, tenemos sobrados ejemplos en las "religiones", acaso más numerosos en cuanto más nos acerquemos a los diversos monoteismos. Sí, observación empírica, dialéctica y ciencia no riman ni en asonancia con la entelequia "divina".

          No entraremos con este microensayo sino en un muy leve resumen de los libros de "Platón", que ni siquiera en su "Diálogo", -de facto, copartícipe con Sócrates-, más "juvenil" del libro "Protágoras" (entre el 398 y el 389 a.C.), donde trata a cerca de "la naturaleza de la virtud", ni en su posterior repaso a "la opinión de la mayoría", a "la justicia" y a "las leyes" de su libro "Critón" (también del mismo período que "Protágoras" o que la "Apología de Sócrates"), ni en su ulterior alegato contra la condena a su maestro Sócrates con el libro "Eutidemo" (388-385 a.C.), donde señala las diferencias entre los sofismas de l@s sofistas y la dialéctica de Sócrates. Menos aún entraremos en el libro, de entre los "Diálogos", de incluso discutida autoría platónica, cual fue el del "Primer Alcibíades" o "Alcibíades I" (acaso del 387 a. C.), y en donde mantiene un ficticio diálogo entre el estadista antedicho y su maestro Sócrates.

          Nos interesa, particularmente, ver cómo el planteamiento sofístico, ergo anti-filosófico, digo anti-dialéctico, y al parecer de quien suscribe, no ha perecido, tal y como debería, más de dos milenios después "a manos" del planteamiento dialéctico. No nos interesa, en cambio, que se asocie la heurística (técnica de indagación, de búsqueda y o para el descubrimiento) con herética alguna, habida cuenta de que ésta se nutriría de herejías, ergo creencias discordantes con usos y costumbres establecidas por las, aunque diversas, no tan dispersas organizaciones religiosas, con las que el autor de este texto, obviamente, tampoco converge en absoluto. Es más, para no poc@s, más allá de señalar por unas injuria e irreverencia innecesarias hacia religión alguna, condenarían por 'blasfem@" a quien ni siquiera precisa de apostasía alguna (renuncia formal o abandono de una religión).

          Porque la heurística se apoya en principios fundantes, con los cuales se realizan búsquedas e indagaciones en fuentes históricas, las cuales derivan en asertos y, obviamente, en aciertos, conducentes al progreso en el conocimiento. En cambio, la hermenéutica, que no solo se remonta a la exégesis (interpretación) "bíblica", sino también a la explicación de mitos y oráculos (respuestas dadas por las deidades ante preguntas y o consultas, a través de intermediari@s, en determinados lugares sagrados) de la antigua Grecia, y suponiendo la técnica o método de interpretación de textos, mas no solo en el ámbito de la cotidianidad, tal y como, por poner un popular, que no necesariamente prosaico ejemplo, pueden resultar serlo los refranes; es decir, la circulación de significados sobre la base de interpretaciones individual y o sectorialmente parciales.

          Cuando se utilizan argumentos y razonamientos falsos o incorrectos (paralogismos) y hasta capciosos, cuando se pretende hacer pasar por verdadero lo que no lo es, naturalmente, pretendiendo engañar al adversario para inducirle a errar, estamos ante una falacia (del latín "fallacia", engaño). Hay falacias que se cometen o bien por descuido o bien por ignorancia; pero, con todo, las verdaderamente preocupantes son las sofísticas, las manifestadas con los sofismas, ergo las falacias malintencionadas, tales como las verbalizadas y posteriormente judicializadas por los Estados neo-liberales y o neo-coloniales. Naturalmente en la lucha entre contrarios no siempre las diferencias son manifiestas, sino que no pocas veces se, o mejor nos las muestran tan sutiles como permisivas, por lo que para detectar un verdadero antagonismo se necesita una atención extrema.

          No estamos en tiempos de la defensa socrática de la dialéctica frente a la sofística, ni tampoco necesitamos al principal discípulo de Sócrates, digo de Platón, ni al, a su vez, discípulo de éste, a Aristóteles, los cuales ya combatieron hasta aparentemente expulsar a l@s sofistas de la Filosofía Occidental; empero, acaso tampoco nos convenga utilizar la mayéutica socrática (diálogo para llegar al conocimiento y, por ende, a la verdad), habida cuenta de que nos enfrentamos a sofistas de la erística moderna, a verdader@s maestr@s del, amén de envenenador y embelesador, prosaico "diálogo de besugos". Quiérese decir que, de facto, tal y como nos explica la Historia, la "unilateralidad" es inevitable para cualquier movimiento revolucionario, habida cuenta de que la otra parte de la presunta e inverosímil "bilateralidad" nos encierra en un bucle, digo callejón sin salida, ergo anti-dialéctico y, por ende, anti-democrático (si democrático, naturalmente, stricto sensu, es todo aquello concerniente al poder popular).

          Nos vienen incluso con premisas ciertas y hasta con conclusiones verdaderas, empero con falaz argumentación y o falso raciocinio; léase, y por parafrasear tan solo un ejemplo, que, si ell@s vienen, nosotr@s manzanas traemos… Todo ello pretendiendo hacer pasar por silogismo lo que no pasa de ser un mero paralogismo. Resultan falaces, mas no solo engaños@s, sino fundamentalmente, habida cuenta de su probada intencionalidad, un@s embuster@s; no obstante, sin suficiente preparación dialéctica como para hacerles frente, resultan sutilmente acreedores/as, por ciertamente "envenenadores/as" y "embelesadores/as" (Georgias de Leontinos, dixit), y, por todo ello, inductores/as de errores ajenos, de nuestr@s errores, de los de los pueblos en general y de los de sus clases trabajadoras en particular.

          Utilizan la sinécdoque para machacarnos con identidades imposibles, -evitando o mejor disimulando el verdadero antagonismo de y entre contrarios-, como la que supone la equiparación del Estado con la Nación. Usan el capitalismo, -con toda suerte de complicidades fascistas, desde las neo-liberales hasta las eufemísticamente pretendidas  "social-demócratas"-, para contraponerlo al socialismo; empero, oponiendo éste a tan solo a la manifestación fascista de aquél, quedando "ell@s" en una suerte de limbo, que no precisamente "purgatorio", de "extremo centro", y con la aviesa intención de crear una falsa identidad entre ambos; luego, de facto, evitando y buscando hacernos rehuir la lucha entre contrarios y, por ende, hacernos renunciar a la Lucha de clases. Aquí podríamos recordar cómo tanto José Buenaventura Durruti Dumange "Durruti" como Iósif Vissariónovich Dzhugashvili "Stalin" decían lo mismo de la "social-democracia", poniéndola como el principal enemigo de la clase obrera, habida cuenta de que, de facto, y ya desde antes de que el "SPD" co-asesinara a Róża Luksemburg y a Karl Liebknecht, hará el 15 de enero 102 años, no viene representando sino el apuntalamiento del capitalismo por su izquierda.

          Como no estamos aquí para agradecimiento literario alguno al Sistema capitalista, que nos oprime, tanto nacional como socialmente, y restando la connotación puramente "cristiana", no nos prestaremos a ningún planteamiento eucarístico, digo con prosaica gratitud literaria alguna; pretendiendo, en cambio, insinuar, promover y hasta conducir la iniciación de un aprendizaje previo de aquellas materias que nos liberen de tantos nefastos e incluso nefandos prejuicios y sofismas; esto es, y por el contrario, realizando una verdadera y real, que no solo virtual, propedéutica socio-política, ergo una formación política, la cual primeramente recupere y resitúe el instinto de clase, para que posteriormente transforme a éste en conciencia, y hasta que ésta manifieste un verdadero, ergo dialéctico, odio de clase.

          Finalizaremos con un raído sofisma con el que pretenden falazmente envenenarnos y embelesarnos los aún imperiales Estados "francés" y "español", cual es el que aunque diciendo respetar la opinión y deseo mayoritarios de los Pueblos que des-alados (Mikel Laboa, agur eta ohore!), -premisa que pretendiendo verdadera, de facto, resulta engañosa, ergo falaz-, al "reivindicarnos" como parte de su todo estatal, digo imperial, remiten nuestra refrendatoriamente opcional decisión a la, de momento y todavía sine die, también verdadera sentencia de no dejarnos volar libres, ni nacional ni socialmente, y para concluir que, también "verdaderamente" nuestros respectivos seculares ocupantes niegan que lo democrático sea el Derecho de Autodeterminación de las partes del "todo" y no de éste en su conjunto (sic). ¿A que ahora se ve más claramente lo del "bucle dialéctico" intitulado por Miguel Candel Sanmartín (Director del Departamento de Historia de la Filosofïa, Estética y Filosofía de la Cultura de la Universidad de Barcelona)? Pues, eso mismo, nos toca meterles sus bucles anti-dialécticos por sus dos opuestos y digestivos estomas…

           Por todo ello, con los recursos del Materialismo Histórico y del Materialismo Dialéctico:

 

¡NUNCA CON LA SOFÍSTICA!;

 

empero,

 

¡SIEMPRE CON LA DIALÉCTICA!

 

¡ENCAMINÉMONOS!

 

HACIA LA INDEPENDENCIA,

 

HACIA EL SOCIALISMO Y

 

HACIA LA AMNISTÍA.

 

Estilete

Imprimir

GEHIEN IRAKURRI

AZKEN BERRIAK