Sobre Laicismo y Laicidad

El caso de “Hontzak Konpartsa” como motivo para poner de una vez por todas un debate necesario sobre la mesa.

Los sucesos ocurridos con la parodia realizada por Hontzak en su txozna durante la Aste Nagusia de Bilbo, así como su posterior repercusión social y mediática; reclaman para sí, más allá de lo meramente anecdótico, y de la propia valoración que podamos hacer en su doble vertiente de dicha dicotomía, por un lado, el derecho a la libertad de expresión (en este caso, ejercida además,en el ámbito propio del interior de la txozna), y por otro, el respecto a las creencias religiosas, requieren, decíamos, elevar el debate de anécdota a categoría, conformando un estudio que nos permita a su vez, desde una perspectiva más profunda, con todas sus aristas, tratar la laicidad y el laicismo, y por otro la creciente y asfixiante imposición religiosa tradicional, no solo en el seno de la sociedad vasca sino en el conjunto de las naciones y estados.

No podemos obviar que la fuerte impronta del catolicismo en Euskal Herria ha condicionado siempre dentro de la Izquierda Abertzale un debate serio y en profundidad sobre la laicidad y el papel de la Iglesia Católica como institución en la alienación nacional, cultural y social de nuestro País. Pero sobre todo a coartado sistemáticamente la toma de medidas militantes, sociopolíticas e institucionales (desde ayuntamientos y diputaciones en las que la I.A. ha estado o está presidiendo) concretas y contundentes por parte de la Izquierda Abertzale para avanzar resueltamente hacia una sociedad vasca edificada sobre la laicidad y de enfrentarse al perverso papel que los tentáculos vaticanos han jugado en contra de nuestras libertades desde tiempos inmemoriales.

No ha faltado en este despropósito ideológico e intelectual, apelaciones a la Iglesia como “mediadora” en el Conflicto Vasco y la presencia de curas y obispos realizando supuestamente estas tareas. La última en los actos de desarme unilateral de ETA en Iparralde. Nosotros no podemos entender que una Iglesia que se sitúade motu propio como parte beligerante contra las fuerzas que luchan por la liberación nacional o social de Euskal Herria, pueda ejercer a su vez de mediadora de nada. A menos que se siga un modelo como el de la traición de Santoña, que también contó con una aplastante aportación “mediadora” vaticana y de componendas, juramentos y palabras “de honor” entre “caballeros católicos” (fundamentalmente fascistas italianos y burukides jelkides), siguiendo el lenguaje dela época. 

La declaración expresa por parte de Herritar Batasuna de la necesidad de que la futura República de Nafarroa sea verdaderamente laica y de ir avanzando mientras tanto en los valores de laicidad en la sociedad vasca, se puede entender pues como un auténtico revulsivo ideológico y una aportación revolucionaria de fondo a la construcción de una nueva sociedad.

Deberíamos empezar por explicar, dese nuestro punto de vista, la diferencia entre laicidad y laicismo. Entendido el laicismo como una especie de “nueva religión” enfrentada a las religiones existentes, a las que se enfrenta para erradicarlas e imponer sus propios valores. La imposición de la “no creencia”, contra las diferentes creencias religiosas. La diferencia con la laicidad es que esta parte del respeto profundo a las creencias, o no creencias, religiosas de las personas, pero apartando el hecho religioso, o ateo-agnóstico, de la esfera pública y confinándolo desde el mayor de los respetos, al ámbito privado o compartido por los creyentes. La laicidad antepone por otra parte los derechos básicos de la persona (Igualdad de géneros. Opción sexual. Libertad ideológica y religiosa. Lucha de clases y contra las injusticias. Derecho a disfrutar del ocio como se considere oportuno dentro del respeto mutuo…) a cualquier creencia religiosa o ideológica. La lucha laicismo-religión aparece, así como un mero entretenimiento social, promovido a veces por el propio Capitalismo como una falsa bandera, ya que el laicismo puede además no cuestionar muchos de los valores asentados por la moral judeo-cristiana, empezando por el orden económico y hasta “morales”, como la familia tradicional, el derecho al aborto, el Patriarcado... La laicidad sí que es por el contrario profundamente transformadora al evitar estos falsos enfrentamientos entre personas por sus diferentescreencias religiosas o no, fomentando la convivencia entre todas las opciones.

En la sociedad vasca (Y qué no decir dela española) asistimos por el contrario a una confusión entre laicidad y tolerancia religiosa. Se habla de que el régimen surgido del 78 y sus actuales instituciones son laicas porque existe tolerancia religiosas hacia creencias no católicas y porque el ateísmo y el agnosticismo no están (al menos de momento) penados judicialmente.

Mientras tanto se imponen a todas fiestas católicas en el calendario laboral y festivo, ceremonias católicas públicas, patronos/as católicos oficiales para territorios y pueblos, misas y procesiones en los programas oficialesde fiestas, con asistencia de lehendakaris, alcaldes y concejales (incluidos los de “Izquierda Abertzale”), bendiciones religiosas de edificios públicos, funerales católicos “de estado”… moral católica (Condicionando por ejemplo el derecho al aborto o penando el desnudo fuera de los sitios acotados por “indecoroso”, o el uso del cuerpo como la persona considere oportuno). La iconografía católica está por todas partes y llena nuestros caminos, montes y calles de santos, corazones de Jesús, cruces y vírgenes. Sin preguntarnos si esta profusión de los símbolos religiosos de algunos (algunos tan cruentos como la cruz) en la esfera pública no nos ofende a otras.

 La iglesia católica goza de una situación de privilegio fiscal escandalosa y agranda su patrimonio a cuenta del comunal y de las propiedades públicas, como ha ocurrido recientemente en Nafarroa o Gipuzkoa, con la connivencia de jueces y políticos derechosos. O disfruta, como los jesuitas en Loiola, del mayor edificio propiedad de la Diputación de Gipuzkoa cedido a cambio de nada. Las instituciones invierten en restaurar el patrimonio de la Iglesia a fondo perdido y con el dinero de todas. Por otra parte, son los medios declaradamente católicos y controlados directamente por la Iglesia (La COPE, TV 13…) los más beligerantes no ya sólo contra las libertades básicas de las personas (opción sexual y de género, igualdad de géneros, aborto, modelo de familia…) sino contra los derechos de la clase trabajadora y de las naciones sin estado. A resaltar la beligerancia contra el proceso catalán y la Izquierda Abertzale o cualquier atisbo de izquierda organizada en su España Eterna. 

Han coexistido en la Izquierda Abertzale junto con militancia agnóstica, atea o con otro tipo de creencias, un grupo influyente de militantes que se declaraban “cristianos de base” o “progresistas”. Pero no podemos olvidar que la iglesia católica siendo una organización jerárquica no ha dudado en expulsar (y tenemos casos recientes) a todo miembro que no comulgue con sus ruedas de molino. El hecho de la permisividad de la jerarquía hacia estos grupos “díscolos” ha tenido más que ver con el miedo a perder una parte del rebaño, y sobre todo a que se terminasen organizando fuera de sus estructuras (lo que no ha ocurrido), que con cualquier veleidad de pluralidad ideológica interna. Nuevamente la malévola “sabiduría” vaticana se ha demostrado eficiente, ya que todos estos grupos “izquierdosos y abertzales”, nacidos en el antifranquismo, los años de la reforma política y durante el auge y caída de la “Teología de la Liberación”, se han ido diluyendo con el tiempo y sobre todo con “los nuevos tiempos”, hasta quedar reducidos prácticamente a la nada. Esto quedó demostrado en Gipuzkoa ante la incapacidad demostrada para oponerse al nombramiento del homófono, misógino, sectario, islamófobo, integrista y anti-abertzale obispo Munilla. Hoy en día la feligresía y los curas son aplastantementesumisos a los dictados del Nacional-catolicismo más casposo de su jerarquía, La Conferencia Episcopal Española. Son las diversas órdenes y grupos integristas (Opus, Legionarios de Cristo, Quicos…) los que influyen. Hablar hoy de Iglesia Vasca es como hablar de la Guardia Civil Vasca solamente por que esté acantonada en Euskal Herria.

Hace años que venimos comprobando y asistiendo sin el menor rubor por su parte, a soflamas, a un auge de la ultraderecha, a un proceso regresivo paulatino pero global, al cual no es ajeno los Estados Español y Francés y menos aún la propia Euskal Herria, con continuos rebrotes de grupos de extrema derecha medio ocultos muchas veces tras el paraguas del PP y UPN, y cuya única misión es, a saber:

  1. Enraizar el modelo occidental como único paradigma posible de sistema “democrático” válido.
  2. Desubicar, desclasar de lxs trabajadorxs cualquier vestigio de sentimiento y por lo tanto pertenencia de clase social, introduciendo la figura del falso concepto de “clase media”.
  3. Desmantelar los escasos derechos arrancados, conquistados por lxs trabajadorxs, mediante cruentas luchas de clase pasadas.

Dicho proceso abarca todas las esferas y manifestaciones del pensamiento y quehacer cotidiano del ser humano, culturales, educativas, políticas, económicas…

Asistimos pues, a un verdadero rearme, “actualización” ideológica, a un resurgimiento del nacional catolicismo más rancio y a manifestaciones de integrismo católico, más propias de un pasado oscuro que de los tiempos actuales.

El auge del integrismo islámico y yihadista aparece aquí como la coartada perfecta para este rearme fascista, xenófobo e integrista cristiano que se retroalimenta con la supuesta amenaza islámica a un “Occidente Cristiano”. Eso sí, ni el Califato ni el Occidente cristiano cuestionan el orden económico capitalista. Los creyentes se pueden destrozar entre sí en guerras de religión, pero el Capital sigue haciendo sus negocios globales, como ya hemos visto estos días con las relaciones económicas de la Casa Real Española con las monarquías árabes y la exportación masiva de armas a través del puerto de Bilbo. O la compra por parte de Occidente del petróleo del Califato.

Frente a ello desde Herritar Batasuna queremos lanzar un profundo debate social, mantenido en el tiempo, sobre la laicidad en nuestra sociedad y sobre todo llevar a la calle y a todos los ámbitos la lucha efectiva por la misma. A la Iglesia Católica le preocupa más el cuestionamiento de sus privilegios políticos, de influencia social a través de la educación (utilizando nuestras escuelas para su adoctrinamiento de niñas/os) y el simbolismo masivo, diplomáticos económicos y fiscales que todos los carteles de cristos despezados.

Desde nuestra profunda laicidad, desde nuestro profundo respeto a las creencias religiosas, espirituales o agnósticas-ateas de las gentes de Euskal Herria, el integrismo católico, musulmán, de cualquier religión o laico-capitalista nos tendrá siempre enfrente.

Con respecto a la Memoria Histórica no cejaremos hasta que la Iglesia Católica como institución asuma plenamente sus responsabilidades personales y colectivas en los crímenes del Genocidio Franquista y el terrorismo de estado. Incluido el robo de niños, las torturas en cárceles por parte de curas y monjas carceleros, los delitos de desaparición forzosa (fundamentalmente Valle de los Caídos), los delitos de odio e incitación al genocidio, el expolio del patrimonio de los vencidos en su inmunda “Cruzada Nacional”, el aplastamiento de género hacia las mujeres. Los delitos cometidos contra lesbianas y homosexuales, o contra otras creencias religiosas y un largo etcétera. Las víctimas del integrismo católico franquista tienen también derecho a la Verdad, la Justicia, La Reparación y las Garantías de no Repetición, pero esto, lo sabemos bien, sólo será posible desde una República de Nafarroa profundamente laica.

 

Ana Irastortza y Alberto Muñoz. Miembros de Eusko Lurra Fundazioa y militantes de Herritar Batasuna.

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